11/10/2016

Complejo Arqueológico de Chobshi-Zhabalula



El contexto cultural de las edificaciones arquitectónicas existentes en el “Complejo Arqueológico de Chobshi-Zhabalula” es poco claro, y no se puede asegurar la contemporaneidad con los datos de ocupación de la fase Tacalzhapa “proto-kañari” o kañari. Max Uhle, consideró que la “Fortaleza de Duma” al ser una estructura rectangular, que se orienta en dirección noroeste/sureste es de filiación kañari, ya que fue edificada con orientación que no la buscaban los inkas y sin la simetría que estos utilizaban para sus obras; hipótesis que difiere sustancialmente a lo planteado por Jaime Idrovo y Dominique Gomis; ellos piensan que se trata de un templo al estilo de los espacios de culto a katequilla, divinidad pre-inka y panandina desde el centro-norte del Perú hasta Quito; y Zhabalula está dentro del modelo arquitectónico Kañari, que en la actualidad lo están sintetizando. (Manifestación personal).
Francisco Valdez en base a las excavaciones realizadas en el “Fortaleza de Duma”, Zhabalula, casa Llanos y en las zonas de Tasqui, sostiene que las construcciones fueron levantadas hacia el final del periodo de Integración; es decir, durante la época denominado inka-kañari. “La comparación de las formas y técnicas de construcción permite distinguir una clara influencia incásica. No existe antecedentes puramente cañaris para construcciones de piedra de las características anotadas para los edificios de Sígsig” (Valdez, 1984:111). El fundamento de esta hipótesis –anota Valdez–, se encuentran en las fuentes etnohistóricas donde se habla del tipo de construcciones del área cultural kañari.  
Fray Dominico de los Ángeles da cuenta de las casas de Paccha y San Bartolomé menciona:

“La forma de las casas que moran son unas redondas y otras largas. Tienen las casas de los caciques a la entrada patio, donde manda el cacique juntar sus indios y les predica y amonesta el orden que han de tener en hacer lo que el corregidor y demás justicia de Cuenca manda, y cómo han de pagar el tributo a su encomendero; y acabado lo dicho, los mandan dar de comer y beber en el dicho patio” (Jiménez de la Espada, 1965:270-271).

Quizás la descripción más particular de la vivienda kañari la hace Fray Gaspar de Gallegos:

“La forma de edificios de las casas deste pueblo, son unas casas redondas de tabique: son bajas, con dos estantes, uno a un codo y otro a otro, los caciques las tienen grandes y cuadradas, y tienen encima de las dichas casas hechas de madera y cubierta de paja que las llaman los indios rinriyuc huasi, que quiere decir “casa con orejas”, y esto por grandeza, que solo los caciques las hacen desta suerte; son de barro y madera, a manera de tabique, como digo, y no las hacen de otra manera, porqueste es su antiguísimo edificar; y esto es generalmente en toda la provincia de los “Cañares” (Jiménez de la Espada, 1965:278).

Pedro Arias Dávila al referirse a la región de Pacaibamba o Leoquina, informa:

“Sus casas son de baharique, que duran seis y ocho años y más tiempo, las cuales hacen con una minga, que acá llamamos convite, y como se llega todo el pueblo, en dos días la hacen de veinte pies en ancho y treinta de largo” (Jiménez de la Espada, 1965:280).

Francisco Valdez citando a Bennett (1946:46-50), sustenta que las casas y los poblados compuestos por aldeas relativamente grandes eran igualmente construidas con materiales perecederos, tales como el bahareque. Asimismo afirma que fueron los incas quienes introdujeron el uso de la piedra a gran escala en los Andes del Norte. “Las construcciones de piedra comienzan a generalizarse con la conquista inca y “Tampus” aparecen sistemáticamente en el sur Andino ecuatoriano con la incursión de Tupac Yupanqui”. (Valdez, 1984:81).
Los análisis de las características arquitectónicas tales como: muros piramidales, mampostería compuesta de dos parapetos externos que encierran entre sí una mezcla de mortero con piedras de diversos tamaños y un aparejo careado de la construcción que se encuentra en Chobshi, más comúnmente conocido con el nombre de la “Fortaleza de Duma”; Francisco Valdez, refuerza su hipótesis en el sentido de que se trata de estructuras arquitectónicas con influencia inka: “Durante el periodo inca-cañari, la influencia de los conquistadores se hace sentir sobre todo en el plano administrativo que se manifiesta arqueológicamente en vestigios aislados de carácter oficial. Las construcciones de piedra en esta región pueden ser interpretadas como restos de influencia inca, ya que aparecen esporádicamente en diversas direcciones” (Valdez, 1984:83). A excepción de la casita que se localiza en la parte alta, en el punto denominado Zhabalula, ya que tiene características únicas que la diferencia de la arquitectura inka. “El edificio de Narig-Shabalula no tiene antecedentes en la arquitectura inca. Hay un sólo caso de una estructura incásica redonda en el Perú, el Runca Rocay, que se estima como único en su género por lo que no puede ser considerado como diagnóstico del estilo inca. Según la descripciones de los cronistas, la forma circular concuerda más con la tradición cañari” (Valdez, 1984:89).
La “Fortaleza de Duma” mide 115 metros de largo el lado mayor y 90 metros el lado menor por 24 metros de ancho, su altura es de 2,80 metros y con un espesor de los muros que varía entre 0,80 y 0,90 metros, siendo la base de mayor grosor que la cabeza del muro. El área total consta de tres compartimentos, en el mayor la pared meridional tiene vestigios de una entrada estrecha, el segundo separado del anterior por un muro así mismo ancho, estos dos forman la estructura principal, el tercer en el extremo sureste es el más pequeño adosado al rectángulo principal. “De esta estructura, lo único que ha quedado es parte del muro este, que guarda las mismas características de construcción que el rectángulo principal. Las otras vallas son de fabricación moderna, hechas quizás sobre la base de restos del antiguo muro” (Valdez, 1984:20). Arquitectónicamente hablando, las paredes fueron edificadas mediante un método característico en la construcción andina; los muros están compuestos de dos paramentos, uno interno y otro externo, que encierran un relleno, compuesto de tierra batida, paja y piedra de distintos tamaños. Las caras, interna y externa del muro, están compuestas por bloques de piedras irregulares, la mayoría en su estado original o burdamente regularizadas con el objeto de que puedan asentarse sobre otro bloque y soportar a su vez otra piedra superpuesta. Los muros están dispuestos de una manera zigzagueante y la cierta inclinación de las paredes hacia el interior. “Las paredes son ligeramente piramidales. La base es más ancha que la cabeza de los muros. Esto le da mayor seguridad a las paredes ya que son autoportantes. La diferencia en el espesor de las paredes pueden ser de 20 a 40 centímetros entre la base y el tope” (Valdez, 1984:59).  
La construcción fue realizada por secciones, cuyas uniones muestran bloques entrecruzados; los ángulos de las esquinas se sostienen con grandes bloques regulares, redondeados sobre el interior de la estructura. “Los ángulos o esquinas donde se encuentran dos muros perpendiculares están construidos con especial cuidado. Generalmente los extremos de ambos muros son entretejidos con piedra grande y regulares que dan la impresión de servir inclusive de piedra guía para las distintas hileras de cada muro” (Valdez, 1984:61). Otra característica que anota Valdez es la presencia de una particularidad en la base, próxima al nivel del piso: “…se trata de la presencia de aberturas estructuralmente fabricadas que comunican el espacio interno del recinto con el exterior, hay tres troneras… las troneras son conocidas popularmente como “desagües” y en realidad ésta parece ser su función obvia” (Valdez, 1984:18).
En cuanto a la construcción de Zhabalula, piedras de rocas eruptivas del mismo lugar y sin labrar forman los muros de la construcción, unidas entre sí por un mortero de tierra batida con materiales vegetales; el grosor de las paredes varía entre 1 y 1,45 metros y se levantan a una altura máxima de 3,30 metros. Se compone de dos cuerpos distintos que se contienen el uno con el otro.
El espacio interior de este recinto está dividido en dos cuartos, tanto por la puerta de acceso como por la curvatura del muro. El área del lado noroeste es mayor en tamaño. Tiene una forma rectangular (de esquinas redondeadas) de 7,40 metros de largo por 3,50 metros de ancho. El espacio del lado sureste es de forma curvilínea rectangular. Su largo es de 5,30 metros y su ancho es de 2 metros. El recinto central mide 4 metros de largo por 4,50 metros de ancho, y está conectado con la parte exterior por medio de unas gradas. Los muros exteriores son más bajos que los interiores y forman una silueta cordiforme con la punta del corazón orientada hacia el oeste.
El tipo de arquitectura empleada en los muros –según Valdez– tiene una propiedad térmica, es decir, durante el día la piedra absorbe el calor del sol y lo “almacena” en el núcleo central de tierra batida, por lo que la temperatura en el interior es moderada y estable, a pesar de un sol intenso. Durante la noche, cuando la temperatura desciende, el calor acumulado durante el día mantiene a los muros “templados” y la temperatura en el interior de los recintos es superior a la del exterior. La permeabilidad propia de los materiales es otra ventaja que facilita la “respiración” del edificio y contribuye a su salubridad. (Valdez, 1984:58). 
Tanto la construcción de Chobshi y Zhabalula carecen de cimientos formales, por ejemplo en la “Fortaleza de Duma” existen piedras empotradas en el suelo a una distancia más o menos de 5 metros que sirvió de apoyo para el resto de la construcción, lo que recuerda –escribe Valdez– a la técnica de construcción en bahareque, donde se utiliza una hilera de piedras bases sobre la superficie del suelo, por tanto considera que la técnica de construcción de estos dos edificios, es básicamente la misma. Lo que sugiere que los constructores de ambos edificios poseen la misma identidad cultural y que las estructuras posiblemente fueron construidas en un periodo contemporáneo correspondiente a la primera época Inka-kañari. “En esta época aparecen un sinnúmero de construcciones en piedra tosca, edificadas en un corto tiempo para fines de la conquista. Los edificios principales son: fortalezas militares (Pucaraes) y tambos o casa de alojamiento para el soberano y su gente de guerra: En la provincia de Cañar y Azuay esta época es el inicio de los tiempos inca-cañari” (Valdez, 1984:107).



Discusión en torno a su función
En torno a los conjuntos arquitectónicos existentes en el Complejo Arqueológico de Chobshi-Zhabalula se han planteado diversas hipótesis:         
Según la tradición local, a la edificación rectangular de Chobshi se le considera como el “Castillo de Duma” pues se cree que allí vivió el kuraka Duma y desde donde se emprendió la batalla en contra de los Inkas. Sin duda, esta creencia se basó en la descripción que hizo Fray Dominico de los Ángeles al decir que la forma de las casas que moran son unas redondas y otras largas. Tienen las casas de los caciques a la entrada patio, donde manda el cacique juntar sus indios. (Jiménez de la Espada, 1965:270-271).  

“…el problema con esta hipótesis es que de los tres espacios de la estructura, los dos mayores tienen desagües en el muro norte y no parece haber sido techado; quedando sólo la estructura de menor tamaño que es la más destruida, techada para la vivienda del cacique Duma. Sus dimensiones no requieren de un armazón especial para la techumbre. Esta podría sostenerse sin problema en la cabeza de los muros. Desgraciadamente, ninguna huella material permite la aseveración de este hecho” (Valdez, 1984:86).

Por otro lado, se cree que esta construcción fue levantada en poco tiempo por miles de soldados kañaris bajo la dirección de los inkas, para albergar a las tropas cuzqueñas, luego de que se firmó el pacto de paz entre Túpac Yupanqui y el kuraka Duma. Dicha aseveración se basa en los escritos de Fernando Montesinos y el padre González Suárez:

“Hecho estos se partió Dumma a su provincia y en breves días fabricó un palacio para aposentar al rey y cerca de un río hicieron otras muchas casas y otras de recogimiento para los ejércitos, porque los soldados se alojaban en unos galpones grandes; todo lo cual estaba ya hecho cuando el Inga entró a ver estas provincias de los cañares, donde fue recibido con grandes fiestas. Estuvo allí poco más de un año y habiendo juntado muchas vitualla llegaron las gentes de Chile, Chirigüanas y el Cuzco con que se aprestó para ir a Quito” a lo que concluye que “los edificios de Dumma en su provincia son las actuales ruinas de Chobshi y Chabalula, la mano de obra fue ejecutada rápidamente por los nativos y como el hijo del sol no llegó a instalarse en éllos, la fábrica quedó a medias” (Fernando Montesinos, citado por Bedoya, 1966:46-47).

 “…Los cañaris recibieron al enviado del Inca con grandes agasajos, y en muy corto tiempo construyeron un palacio en que hospedar al nuevo soberano, y cuando éste se presentó, al fin, en sus tierras, les salieron al encuentro, dándole públicas y solemnes manifestaciones de acatamiento sincero y de fiesta y regocijo (González Suárez, 2011:48, tomo I).

Otra hipótesis que se sostiene; es que sirvió de corral, aunque es poco probable por las dimensiones que tiene la edificación y la altura de los muros. Sin embargo, debemos considerar que la presencia de camélidos en la zona a finales del periodo de Desarrollo Regional está evidenciado, según los hallazgos realizados por Francisco Valdez “…a 125 centímetros de profundidad, reposando sobre la base del pozo, se encontraron dos omóplatos de camélido ordenados en asociación con los tiestos del recipiente globular” (1984:51); a más de esto, en el trayecto que conduce al Oriente por la ruta del río Cuyes (Espíritu Playa y San Miguel de Cuyes) encontramos construcciones de las mismas características pero de pequeñas proporciones.  

Varios investigadores tales como: Bedoya, 1966; Segarra, 1967; Salvador Lara, 1980; han planteado que la estructura rectangular sirvió como recinto militar defensivo “Fue un parapeto construido por los Cañaris para defender su heredad” (Bedoya, 1966:47); hipótesis que nos invita a pensar que la zona se caracterizaba por ser un escenario bélico.
Los sitios que hacen referencia a una naturaleza militar son los “pucaras” también conocidos como “churos” o “fortalezas”, y se caracterizan por su ubicación en cerros estratégicos. “…hasta el momento, en el Ecuador no se han definido construcciones militares aisladas en la parte baja de una región montañosa” (Valdez, 1984:87).  

Otra función atribuida es que posiblemente sirvió como una “Kallanca”, término que fue utilizado para referirse a las estructuras alargadas incaicas que los cronistas del siglo XVI y XVII, lo llamaron galpones o salas, y se ha generalizado a partir de los estudios realizador por Craig Morris y del personal del Institute Research dirigido por John V. Murra en Huanuco Pampu iniciados en 1963, “La gran difusión que ha tenido esta voz la ha convertido en una categoría tipológica imprescindible para caracterizar la arquitectura Inca” (Barraza, 2010:169). Gasparini y Margolies la describen como “…un gran galpón de planta rectangular muy alargada con techo de dos aguas sostenido por series de pilares hincados a lo largo del eje longitudinal. Uno de los lados más largos, con varios vanos de entrada, da siempre sobre la plaza principal” (1977:204).

“La estructura rectangular de Chobshi, entra en los cánones de la arquitectura inca. Su forma y dimensiones recuerdan la “Kallanca” que a menudo está asociada a un camino importante. Su función era servir de aposento a las tropas que viajaban para conquistar o para restaurar el orden en territorios hostiles. La “Kallanca” también servía de aposento para los grupos “mitmaq” que se desplazaban hacia un nuevo destino” (Valdez, 1984:83).

Las excavaciones realizadas por Valdez no evidenciaron la presencia de soportes centrales para sostener la techumbre de dos aguas en el espacio tan amplio, además por la presencia de los desagües en la estructura se concluye que esta construcción no tuvo techo.
   
A Chobshi también se le considera como un “Tampu” al respecto Bedoya anota: “Se trató de imitar lo que era un grande albergue, el plano tiene las características de un TAMBO, construcciones muy diseminadas en el Austro” (Bedoya, 1966:47).
Los tampus “tampukuna” según algunas definiciones son construcciones sencillas de uno o varios ambientes y servían como lugares de reposo de los viajeros, los mismos que debían de estar provistos de un techo.

“La función de “tampu” parece ser no menos probable a pesar de que, generalmente, se encuentran vinculadas con él, otras estructuras de servicio, tales como depósitos para almacenamiento de bienes. Si bien los “tampus” están también asociados a caminos, su organización interna parece ser distinta en los otros ejemplos conocidos de la región cañari” (Valdez, 1984:83-84).

Un Tampu en muchos de los casos estaba conformado por varias estructuras pequeñas de alojamiento de los viajeros y depósitos de alimentos, vestido y otros productos, además incluían corrales de albergue para las grandes caravanas de animales “camélidos” que se comercializaba.  
En muchos de los casos estos tampus estaban adosados a pequeñas estructuras que servían como vivienda; además, en esta zona existe una laguna que pudo servir de aprovisionamiento de agua. Junto a la edificación rectangular de Chobshi existen piedras de considerable tamaño con unas pequeñas perforaciones formando una especie de puente que podrían haber servido para amarrar a las llamas de carga que utilizaban los viajeros para trasladarse de un lugar a otro –más no como piedra del sacrificio o purificación como mencionan algunos guías de la zona–.

Finalmente, según el criterio Jaime Idrovo este sitio cuyo estado de conservación permite apreciar parte de la vida religiosa del pueblo Kañari.

“…la relación del edificio localizado en Chobshi con los cultos a la divinidad pan-andina conocida como Apu Catequilla, indica además los nexos permanentes de esta región con el norte peruano, a través de las vías amazónica, serrana y costeña debiendo señalarse también los rasgos de parentesco existentes entre el sur ecuatoriano y la región nor-peruana, desde los inicios de Chavín de Huantar y en épocas más recientes como Moche y Chimú”. (Idrovo, revista Alcacay, #12: pág. 11).  

Francisco Valdez más allá de las funciones atribuidas sostiene que la falta de “áreas específicas de actividad” dentro de un recinto de tales dimensiones, presenta las siguientes posibilidades: o bien el edificio fue utilizado muy esporádicamente por los grupos viajeros que no dejaron mayores huellas de su ocupación; -O bien, la estructura nunca fue terminada y, por ende, los vestigios que aparecen desordenadamente en el subsuelo son de ocupaciones anteriores y posteriores del espacio. Esta segunda hipótesis está corroborada por tres hechos: el recinto externo del edificio muestra un solo muro original, el resto del cerramiento corresponde a un acumulamiento indiscriminado de material que no muestra las técnicas de construcción de las otras paredes, ni tiene huellas de haber contenido argamasa interna. Otro factor que sugiere la posibilidad de la no ocupación del recinto es la falta total de niveles arqueológicos. Un último factor que puede evidenciar la no conclusión del recinto, es la ausencia de soportes centrales para sostener la techumbre de un espacio tan grande. En las excavaciones no se encontró ninguna huella de postes en el subsuelo del edificio. (Valdez, 1984:86-87).
En cuanto a Zhabalula; son escasas las referencias que no podemos saber con exactitud cuál fue su función. Pudo haber servido como bien dice Jorge Salvador como un campamento, observatorio, fortaleza, o un centro ceremonial. Carlos Zevallos Menéndez al relacionarlo con la escultura petra de una culebra existente a pocos metros de distancia de la cacita, dedujo que ese monumento fue dedicado a la culebra muerta y que consiguientemente, Zhabalula fue un santuario de ritos fúnebres. (Segarra, 2003:71-73). Ernesto Domínguez al referirse al sitio anota:

“Constan entre los vestigios arqueológicos de Zhabalula, las que sirvieron de adoratorio a la luna, principal divinidad de los cañares y después de la invasión de los incas, adoratorio al sol. Dicho adoratorio servía para las ceremonias rituales que celebraban los aborígenes, especialmente en el novilunio y el plenilunio y las fiestas consistían en las concentraciones masivas, primero de los caciques y señores de los cañares y luego de los súbditos y vasallos para departir con danzas y cantos. De estos ceremoniales y rituales son las muestras del Danzante Cañare…” (Domínguez, 1999:267).

Para Guillermo Segarra el “Castillo de Chobshi” y el templete o casa unicelular de Zhabalula guardan igual orientación, con sus puertas abiertas hacia el occidente. Quizá podría interpretarse esta circunstancia como culto al planeta Venus. En efecto, la Serpiente fue la Eva de los cañaris, según una de sus cosmogonías, a la que ofrendaban ricos exvotos en la leoquina (laguna de la culebra, en cañari) de Allón. (Segarra 2000:84). Este mismo autor sostiene que “…bien pudo ser que el recinto ceremonial de Zhabalula, donde se conserva parte de un monumento a la culebra (la cual representa al planeta Venus en varias civilizaciones antiguas) hubiese sido levantada para honrar a esta deidad” (Segarra, 1967:64-65).
Ahora bien, según las descripciones de los cronistas; la forma circular que tiene Zhabalula concuerda más con el uso de vivienda. “Las casas que tienen los naturales cañares, de quienes voy hablando son pequeñas, hechas de piedra, la cobertura de paja” (Crónica del Perú. Cap. 44 por Cieza de León).
En este contexto, Zhabalula pudo haber servido como vivienda ya que no fue la única edificación levantada en la zona, Bedoya al respecto anota: “Existen ruinas de casas de paredes casi circulares con tabique central de división” (Bedoya, 1966:41). Complementando dicha versión Juan Cordero escribe: “Se han hecho cálculos de haber existido en el lugar hasta unas setenta viviendas, de ambientes reducidos de dos a cuatro metros de lado, hechas con piedras pequeñas y medianas, unidas con argamasa de barro y paja. Algunas edificaciones tuvieron un gran espesor y se ejecutaron en doble hilera, en algunos casos con peldaños de acceso.” (Cordero, 2007:159, tomo II). Matovelle (1921) citando a Cieza de León, anota que cada familia ocupa una choza y, a veces, una segunda, que le sirve de hogar y de cocina. Bajo el alero de la casa está un telar de mano para la confección de las bayetas o liencillos en que trabaja el marido en los ratos desocupados, mientras la mujer atiende las faenas domésticas. Junto a las casas, y sombreando el reducido patio, hay ordinariamente uno o más árboles frutales; el todo esta resguardado por cercas de maguey o de nopal, y en torno, la heredad cubiertas con sus sementeras de maíz u otras mieses.

 

Posiblemente así figuraba la casita de Zhabalula
Foto: Cortesía del Arquitecto Edmundo Iturralde

Dada esta descripción, Zhabalula bien pudo haber servido como un centro poblado, no obstante, por su ubicación estratégica y geografía, los asocian con un sitio de culto antes que con un núcleo de viviendas.      
Finalmente Francisco Valdez propuso como función la de vigilancia u observación. “Es curioso que el apelativo del edificio de Narig sea “Shabalula” voz que recuerda a “Chapacuna” que significa observatorio en quichua” (Valdez, 1984:89).
A menudo los fonemas Cha/Sha y ba/pa son confundidos, es decir las diferentes maneras de pronunciarse un mismo fonema según los diferentes lugares, pero esto no altera el significado. Al igual que Chobshi que bien podría escribirse cambiando la letra b por f o p, esto dependiendo de los diferentes lugares (Chobshi-Chofshi-Chopshi), o a su vez existen otras variantes cambiando Ch por Sh o Zh (Chobshi-Shobshi-Zhobshi) recordemos que por la zona existen muchas toponimias que se escriben con Zh o Sh, como por ejemplo: Zhotor/Shotor, Zhimbrug/Shimbrug, Zhabalula/Shabalula, entre otras. De la misma manera no debemos olvidar que Sígsig se ha escrito de varios modos. Ahora el interpretar Chobshi, como casa de la estrella, “Chopkij”, según lo afirmó el historiador Guillermo Segarra no viene al caso.
Si Zhabalula fue un sitio ceremonial o lugar de ritos fúnebres es muy difícil de comprobar; con todo, en el área que circunda esta construcción está llena de curiosidades pétreas de un carácter simbólico evidente, por ejemplo: la cara del Inka, varios batanes, algunas piedras con glifos que se les conoce como “piedras mapas” y la cabeza de culebra labrada en piedra, con los ojos y boca bien patentes, siendo el símbolo de veneración a la progenitora de la etnia Kañari. Guillermo Segarra mencionó (1963) que él pudo observar que todavía subsiste en el terreno la huella bien marcada de 17 metros de largo, indicativa del espacio que originalmente ocupó el cuerpo del ofidio; evidencia que revalida la leyenda de los Kañaris en el sentido de que atribuyen el nacimiento de la primera pareja humana a una gran culebra, y que luego de ese parto se refugió para siempre en la laguna de Ayllon.

Son varias las funciones atribuidas a las estructuras existentes en el Complejo Arqueológico de Chobshi-Zhabalula; pero si lo miramos en un amplio contexto, es decir; si consideramos otros factores tales como: la presencia de importantes minas y lavaderos de oro existentes en los flancos de la cordillera oriental, que fueron explotadas antes de la llegada de los inkas; el alto potencial agrícola por sus tierras fértiles, gracias al régimen de lluvias, a la red hidrográfica del río Santa Bárbara y la laguna de Chobshi que irrigan la zona; su ubicación, pues se trata de una frontera oriental del callejón interandino la misma que tiene un rápido acceso a la Amazonia; y la asociación con los caminos que pasan junto a estas edificaciones; creemos que el Complejo Arqueológico de Chobshi-Zhabalula, se convirtió en un importante cuanto depurado lugar estratégico, y sirvió como un espacio multifuncional, ya que tuvo una frontera fluida de contacto comercial entre diversos grupos tanto de la Sierra norte y sur, Costa y la amazonia.

“El contexto topográfico en que se encuentra los edificios y la asociación a un camino empedrado de buen tamaño, sugieren una función clásica para la mayoría de construcciones de esta época. El Ingapirca de Chobshi bien pudo ser un aposento simple, con un área no cubierta de grandes dimensiones para la congregación de gente, o para depósito temporal de mercadería y con un área cubierta de dimensiones normales, adosadas al recinto mayor para vivienda temporal de gente que transitaba por el camino. Para el caso de Zhabalula, la ubicación, la forma y las dimensiones sugieren la función de sitio de observación” (Valdez, 1984:113).

En todo caso, cualquier interpretación que se dé a los sitios y a su área de influencia, se deberá partir de las evidencias arqueológicas.