El contexto cultural de las edificaciones
arquitectónicas existentes en el “Complejo Arqueológico de Chobshi-Zhabalula” es
poco claro, y no se puede asegurar la contemporaneidad con los datos de
ocupación de la fase Tacalzhapa “proto-kañari” o kañari. Max Uhle, consideró
que la “Fortaleza de Duma” al ser una estructura rectangular, que se orienta en
dirección noroeste/sureste es de filiación kañari, ya que fue edificada con
orientación que no la buscaban los inkas y sin la simetría que estos utilizaban
para sus obras; hipótesis que difiere sustancialmente a lo planteado por Jaime Idrovo
y Dominique Gomis; ellos piensan que se trata de un templo al estilo de los
espacios de culto a katequilla, divinidad pre-inka y panandina desde el
centro-norte del Perú hasta Quito; y Zhabalula está dentro del modelo
arquitectónico Kañari, que en la actualidad lo están sintetizando. (Manifestación
personal).
Francisco Valdez en base a las excavaciones
realizadas en el “Fortaleza de Duma”, Zhabalula, casa Llanos y en las zonas de
Tasqui, sostiene que las construcciones fueron levantadas hacia el final del
periodo de Integración; es decir, durante la época denominado inka-kañari. “La
comparación de las formas y técnicas de construcción permite distinguir una
clara influencia incásica. No existe antecedentes puramente cañaris para
construcciones de piedra de las características anotadas para los edificios de
Sígsig” (Valdez, 1984:111). El fundamento de esta hipótesis –anota Valdez–, se
encuentran en las fuentes etnohistóricas donde se habla del tipo de construcciones
del área cultural kañari.
Fray Dominico de los Ángeles da cuenta de las
casas de Paccha y San Bartolomé menciona:
“La forma de las casas que moran
son unas redondas y otras largas. Tienen las casas de los caciques a la entrada
patio, donde manda el cacique juntar sus indios y les predica y amonesta el
orden que han de tener en hacer lo que el corregidor y demás justicia de Cuenca
manda, y cómo han de pagar el tributo a su encomendero; y acabado lo dicho, los
mandan dar de comer y beber en el dicho patio” (Jiménez de la Espada,
1965:270-271).
Quizás la descripción más particular de la
vivienda kañari la hace Fray Gaspar de Gallegos:
“La forma de edificios de las casas
deste pueblo, son unas casas redondas de tabique: son bajas, con dos estantes,
uno a un codo y otro a otro, los caciques las tienen grandes y cuadradas, y
tienen encima de las dichas casas hechas de madera y cubierta de paja que las
llaman los indios rinriyuc huasi, que quiere decir “casa con orejas”, y esto
por grandeza, que solo los caciques las hacen desta suerte; son de barro y
madera, a manera de tabique, como digo, y no las hacen de otra manera,
porqueste es su antiguísimo edificar; y esto es generalmente en toda la
provincia de los “Cañares” (Jiménez de la Espada, 1965:278).
Pedro Arias Dávila al referirse a la región de
Pacaibamba o Leoquina, informa:
“Sus casas son de baharique, que
duran seis y ocho años y más tiempo, las cuales hacen con una minga, que acá
llamamos convite, y como se llega todo el pueblo, en dos días la hacen de
veinte pies en ancho y treinta de largo” (Jiménez de la Espada, 1965:280).
Francisco Valdez citando a Bennett (1946:46-50),
sustenta que las casas y los poblados compuestos por aldeas relativamente
grandes eran igualmente construidas con materiales perecederos, tales como el
bahareque. Asimismo afirma que fueron los incas quienes introdujeron el uso de
la piedra a gran escala en los Andes del Norte. “Las construcciones de piedra
comienzan a generalizarse con la conquista inca y “Tampus” aparecen
sistemáticamente en el sur Andino ecuatoriano con la incursión de Tupac
Yupanqui”. (Valdez, 1984:81).
Los análisis de las características arquitectónicas
tales como: muros piramidales, mampostería compuesta de dos parapetos externos
que encierran entre sí una mezcla de mortero con piedras de diversos tamaños y
un aparejo careado de la construcción que se encuentra en Chobshi, más
comúnmente conocido con el nombre de la “Fortaleza de Duma”; Francisco Valdez,
refuerza su hipótesis en el sentido de que se trata de estructuras arquitectónicas
con influencia inka: “Durante el periodo inca-cañari, la influencia de los
conquistadores se hace sentir sobre todo en el plano administrativo que se
manifiesta arqueológicamente en vestigios aislados de carácter oficial. Las
construcciones de piedra en esta región pueden ser interpretadas como restos de
influencia inca, ya que aparecen esporádicamente en diversas direcciones”
(Valdez, 1984:83). A excepción de la casita que se localiza en la parte alta, en
el punto denominado Zhabalula, ya que tiene características únicas que la diferencia
de la arquitectura inka. “El edificio de Narig-Shabalula no tiene antecedentes
en la arquitectura inca. Hay un sólo caso de una estructura incásica redonda en
el Perú, el Runca Rocay, que se estima como único en su género por lo que no
puede ser considerado como diagnóstico del estilo inca. Según la descripciones
de los cronistas, la forma circular concuerda más con la tradición cañari”
(Valdez, 1984:89).
La “Fortaleza de Duma” mide 115 metros de largo
el lado mayor y 90 metros el lado menor por 24 metros de ancho, su altura es de
2,80 metros y con un espesor de los muros que varía entre 0,80 y 0,90 metros,
siendo la base de mayor grosor que la cabeza del muro. El área total consta de
tres compartimentos, en el mayor la pared meridional tiene vestigios de una
entrada estrecha, el segundo separado del anterior por un muro así mismo ancho,
estos dos forman la estructura principal, el tercer en el extremo sureste es el
más pequeño adosado al rectángulo principal. “De esta estructura, lo único que
ha quedado es parte del muro este, que guarda las mismas características de
construcción que el rectángulo principal. Las otras vallas son de fabricación
moderna, hechas quizás sobre la base de restos del antiguo muro” (Valdez,
1984:20). Arquitectónicamente hablando, las paredes fueron edificadas mediante
un método característico en la construcción andina; los muros están compuestos
de dos paramentos, uno interno y otro externo, que encierran un relleno,
compuesto de tierra batida, paja y piedra de distintos tamaños. Las caras,
interna y externa del muro, están compuestas por bloques de piedras irregulares,
la mayoría en su estado original o burdamente regularizadas con el objeto de
que puedan asentarse sobre otro bloque y soportar a su vez otra piedra
superpuesta. Los muros están dispuestos de una manera zigzagueante y la cierta
inclinación de las paredes hacia el interior. “Las paredes son ligeramente
piramidales. La base es más ancha que la cabeza de los muros. Esto le da mayor
seguridad a las paredes ya que son autoportantes. La diferencia en el espesor
de las paredes pueden ser de 20 a 40 centímetros entre la base y el tope” (Valdez,
1984:59).
La construcción fue realizada por secciones,
cuyas uniones muestran bloques entrecruzados; los ángulos de las esquinas se
sostienen con grandes bloques regulares, redondeados sobre el interior de la
estructura. “Los ángulos o esquinas donde se encuentran dos muros
perpendiculares están construidos con especial cuidado. Generalmente los
extremos de ambos muros son entretejidos con piedra grande y regulares que dan
la impresión de servir inclusive de piedra guía para las distintas hileras de
cada muro” (Valdez, 1984:61). Otra característica que anota Valdez es la
presencia de una particularidad en la base, próxima al nivel del piso: “…se
trata de la presencia de aberturas estructuralmente fabricadas que comunican el
espacio interno del recinto con el exterior, hay tres troneras… las troneras
son conocidas popularmente como “desagües” y en realidad ésta parece ser su
función obvia” (Valdez, 1984:18).
En cuanto a la construcción de Zhabalula,
piedras de rocas eruptivas del mismo lugar y sin labrar forman los muros de la construcción,
unidas entre sí por un mortero de tierra batida con materiales vegetales; el
grosor de las paredes varía entre 1 y 1,45 metros y se levantan a una altura
máxima de 3,30 metros. Se compone de dos cuerpos distintos que se contienen el
uno con el otro.
El espacio interior de este recinto está
dividido en dos cuartos, tanto por la puerta de acceso como por la curvatura
del muro. El área del lado noroeste es mayor en tamaño. Tiene una forma
rectangular (de esquinas redondeadas) de 7,40 metros de largo por 3,50 metros
de ancho. El espacio del lado sureste es de forma curvilínea rectangular. Su
largo es de 5,30 metros y su ancho es de 2 metros. El recinto central mide 4 metros
de largo por 4,50 metros de ancho, y está conectado con la parte exterior por
medio de unas gradas. Los muros exteriores son más bajos que los interiores y
forman una silueta cordiforme con la punta del corazón orientada hacia el
oeste.
El tipo de arquitectura empleada en los muros –según
Valdez– tiene una propiedad térmica, es decir, durante el día la piedra absorbe
el calor del sol y lo “almacena” en el núcleo central de tierra batida, por lo
que la temperatura en el interior es moderada y estable, a pesar de un sol
intenso. Durante la noche, cuando la temperatura desciende, el calor acumulado
durante el día mantiene a los muros “templados” y la temperatura en el interior
de los recintos es superior a la del exterior. La permeabilidad propia de los materiales
es otra ventaja que facilita la “respiración” del edificio y contribuye a su
salubridad. (Valdez, 1984:58).
Tanto la construcción de Chobshi y Zhabalula
carecen de cimientos formales, por ejemplo en la “Fortaleza de Duma” existen piedras
empotradas en el suelo a una distancia más o menos de 5 metros que sirvió de
apoyo para el resto de la construcción, lo que recuerda –escribe Valdez– a la
técnica de construcción en bahareque, donde se utiliza una hilera de piedras
bases sobre la superficie del suelo, por tanto considera que la técnica de
construcción de estos dos edificios, es básicamente la misma. Lo que sugiere
que los constructores de ambos edificios poseen la misma identidad cultural y
que las estructuras posiblemente fueron construidas en un periodo contemporáneo
correspondiente a la primera época Inka-kañari. “En esta época aparecen un
sinnúmero de construcciones en piedra tosca, edificadas en un corto tiempo para
fines de la conquista. Los edificios principales son: fortalezas militares
(Pucaraes) y tambos o casa de alojamiento para el soberano y su gente de
guerra: En la provincia de Cañar y Azuay esta época es el inicio de los tiempos
inca-cañari” (Valdez, 1984:107).
Discusión en torno a su función
En torno a los conjuntos arquitectónicos
existentes en el Complejo Arqueológico de Chobshi-Zhabalula se han planteado
diversas hipótesis:
Según la tradición local, a la
edificación rectangular de Chobshi se le considera como el “Castillo de Duma” pues
se cree que allí vivió el kuraka Duma y desde donde se emprendió la batalla en
contra de los Inkas. Sin duda, esta creencia se basó en la descripción que hizo
Fray Dominico de los Ángeles al decir que la forma de las casas que moran son
unas redondas y otras largas. Tienen las casas de los caciques a la entrada
patio, donde manda el cacique juntar sus indios. (Jiménez de la Espada,
1965:270-271).
“…el problema con esta hipótesis es
que de los tres espacios de la estructura, los dos mayores tienen desagües en
el muro norte y no parece haber sido techado; quedando sólo la estructura de
menor tamaño que es la más destruida, techada para la vivienda del cacique
Duma. Sus dimensiones no requieren de un armazón especial para la techumbre.
Esta podría sostenerse sin problema en la cabeza de los muros. Desgraciadamente,
ninguna huella material permite la aseveración de este hecho” (Valdez, 1984:86).
Por otro lado, se cree que esta construcción fue levantada en poco tiempo por miles de
soldados kañaris bajo la dirección de los inkas, para albergar a las tropas
cuzqueñas, luego de que se firmó el pacto de paz entre Túpac Yupanqui y el
kuraka Duma. Dicha aseveración se basa en los escritos de Fernando Montesinos y
el padre González Suárez:
“Hecho estos se partió Dumma a su
provincia y en breves días fabricó un palacio para aposentar al rey y cerca de
un río hicieron otras muchas casas y otras de recogimiento para los ejércitos,
porque los soldados se alojaban en unos galpones grandes; todo lo cual estaba
ya hecho cuando el Inga entró a ver estas provincias de los cañares, donde fue
recibido con grandes fiestas. Estuvo allí poco más de un año y habiendo juntado
muchas vitualla llegaron las gentes de Chile, Chirigüanas y el Cuzco con que se
aprestó para ir a Quito” a lo que concluye que “los edificios de Dumma en su
provincia son las actuales ruinas de Chobshi y Chabalula, la mano de obra fue
ejecutada rápidamente por los nativos y como el hijo del sol no llegó a
instalarse en éllos, la fábrica quedó a medias” (Fernando Montesinos, citado
por Bedoya, 1966:46-47).
“…Los cañaris recibieron
al enviado del Inca con grandes agasajos, y en muy corto tiempo construyeron un
palacio en que hospedar al nuevo soberano, y cuando éste se presentó, al fin,
en sus tierras, les salieron al encuentro, dándole públicas y solemnes
manifestaciones de acatamiento sincero y de fiesta y regocijo” (González Suárez, 2011:48,
tomo I).
Otra hipótesis que se sostiene; es
que sirvió de corral, aunque es poco probable por las dimensiones que tiene la
edificación y la altura de los muros. Sin embargo, debemos considerar que la
presencia de camélidos en la zona a finales del periodo de Desarrollo Regional
está evidenciado, según los hallazgos realizados por Francisco Valdez “…a 125
centímetros de profundidad, reposando sobre la base del pozo, se encontraron
dos omóplatos de camélido ordenados en asociación con los tiestos del recipiente
globular” (1984:51); a más de esto, en el trayecto que conduce al Oriente por
la ruta del río Cuyes (Espíritu Playa y San Miguel de Cuyes) encontramos
construcciones de las mismas características pero de pequeñas proporciones.
Varios investigadores tales como: Bedoya,
1966; Segarra, 1967; Salvador Lara, 1980; han planteado que la estructura rectangular
sirvió como recinto militar defensivo “Fue un parapeto construido por los
Cañaris para defender su heredad” (Bedoya, 1966:47); hipótesis que nos invita a
pensar que la zona se caracterizaba por ser un escenario bélico.
Los sitios que hacen referencia a una
naturaleza militar son los “pucaras” también conocidos como “churos” o
“fortalezas”, y se caracterizan por su ubicación en cerros estratégicos. “…hasta el momento, en el Ecuador no
se han definido construcciones militares aisladas en la parte baja de una
región montañosa” (Valdez, 1984:87).
Otra función atribuida es que posiblemente
sirvió como una “Kallanca”, término que fue utilizado para referirse a las
estructuras alargadas incaicas que los cronistas del siglo XVI y XVII, lo
llamaron galpones o salas, y se ha generalizado a partir de los estudios
realizador por Craig Morris y del personal del Institute Research dirigido por
John V. Murra en Huanuco Pampu iniciados en 1963, “La gran difusión que ha
tenido esta voz la ha convertido en una categoría tipológica imprescindible
para caracterizar la arquitectura Inca” (Barraza, 2010:169). Gasparini y
Margolies la describen como “…un gran galpón de planta rectangular muy alargada
con techo de dos aguas sostenido por series de pilares hincados a lo largo del
eje longitudinal. Uno de los lados más largos, con varios vanos de entrada, da
siempre sobre la plaza principal” (1977:204).
“La estructura rectangular de
Chobshi, entra en los cánones de la arquitectura inca. Su forma y dimensiones
recuerdan la “Kallanca” que a menudo está asociada a un camino importante. Su
función era servir de aposento a las tropas que viajaban para conquistar o para
restaurar el orden en territorios hostiles. La “Kallanca” también servía de
aposento para los grupos “mitmaq” que se desplazaban hacia un nuevo destino”
(Valdez, 1984:83).
Las excavaciones realizadas por Valdez no
evidenciaron la presencia de soportes centrales para sostener la techumbre de
dos aguas en el espacio tan amplio, además por la presencia de los desagües en
la estructura se concluye que esta construcción no tuvo techo.
A Chobshi también se le considera
como un “Tampu” al respecto Bedoya anota: “Se trató de imitar lo que era un
grande albergue, el plano tiene las características de un TAMBO, construcciones
muy diseminadas en el Austro” (Bedoya, 1966:47).
Los tampus “tampukuna” según algunas
definiciones son construcciones sencillas de uno o varios ambientes y servían
como lugares de reposo de los viajeros, los mismos que debían de estar
provistos de un techo.
“La función de “tampu” parece ser
no menos probable a pesar de que, generalmente, se encuentran vinculadas con
él, otras estructuras de servicio, tales como depósitos para almacenamiento de
bienes. Si bien los “tampus” están también asociados a caminos, su organización
interna parece ser distinta en los otros ejemplos conocidos de la región
cañari” (Valdez, 1984:83-84).
Un Tampu en muchos de los casos estaba
conformado por varias estructuras pequeñas de alojamiento de los viajeros y
depósitos de alimentos, vestido y otros productos, además incluían corrales de
albergue para las grandes caravanas de animales “camélidos” que se
comercializaba.
En muchos de los casos estos tampus estaban
adosados a pequeñas estructuras que servían como vivienda; además, en esta zona
existe una laguna que pudo servir de aprovisionamiento de agua. Junto a la
edificación rectangular de Chobshi existen piedras de considerable tamaño con
unas pequeñas perforaciones formando una especie de puente que podrían haber
servido para amarrar a las llamas de carga que utilizaban los viajeros para
trasladarse de un lugar a otro –más no como piedra del sacrificio o
purificación como mencionan algunos guías de la zona–.
Finalmente, según el criterio Jaime
Idrovo este sitio cuyo estado de conservación permite apreciar parte de la vida
religiosa del pueblo Kañari.
“…la relación del edificio
localizado en Chobshi con los cultos a la divinidad pan-andina conocida como
Apu Catequilla, indica además los nexos permanentes de esta región con el norte
peruano, a través de las vías amazónica, serrana y costeña debiendo señalarse
también los rasgos de parentesco existentes entre el sur ecuatoriano y la
región nor-peruana, desde los inicios de Chavín de Huantar y en épocas más
recientes como Moche y Chimú”. (Idrovo, revista Alcacay, #12: pág. 11).
Francisco Valdez más allá de las funciones
atribuidas sostiene que la falta de “áreas específicas de actividad” dentro de
un recinto de tales dimensiones, presenta las siguientes posibilidades: o bien
el edificio fue utilizado muy esporádicamente por los grupos viajeros que no
dejaron mayores huellas de su ocupación; -O bien, la estructura nunca fue
terminada y, por ende, los vestigios que aparecen desordenadamente en el
subsuelo son de ocupaciones anteriores y posteriores del espacio. Esta segunda
hipótesis está corroborada por tres hechos: el recinto externo del edificio
muestra un solo muro original, el resto del cerramiento corresponde a un
acumulamiento indiscriminado de material que no muestra las técnicas de
construcción de las otras paredes, ni tiene huellas de haber contenido argamasa
interna. Otro factor que sugiere la posibilidad de la no ocupación del recinto
es la falta total de niveles arqueológicos. Un último factor que puede
evidenciar la no conclusión del recinto, es la ausencia de soportes centrales
para sostener la techumbre de un espacio tan grande. En las excavaciones no se
encontró ninguna huella de postes en el subsuelo del edificio. (Valdez,
1984:86-87).
En cuanto a Zhabalula; son escasas las
referencias que no podemos saber con exactitud cuál fue su función. Pudo haber
servido como bien dice Jorge Salvador como un campamento, observatorio, fortaleza,
o un centro ceremonial. Carlos Zevallos Menéndez al relacionarlo con la
escultura petra de una culebra existente a pocos metros de distancia de la
cacita, dedujo que ese monumento fue dedicado a la culebra muerta y que consiguientemente,
Zhabalula fue un santuario de ritos fúnebres. (Segarra, 2003:71-73). Ernesto Domínguez
al referirse al sitio anota:
“Constan entre los vestigios
arqueológicos de Zhabalula, las que sirvieron de adoratorio a la luna,
principal divinidad de los cañares y después de la invasión de los incas,
adoratorio al sol. Dicho adoratorio servía para las ceremonias rituales que
celebraban los aborígenes, especialmente en el novilunio y el plenilunio y las
fiestas consistían en las concentraciones masivas, primero de los caciques y
señores de los cañares y luego de los súbditos y vasallos para departir con
danzas y cantos. De estos ceremoniales y rituales son las muestras del Danzante
Cañare…” (Domínguez, 1999:267).
Para Guillermo Segarra el “Castillo de Chobshi”
y el templete o casa unicelular de Zhabalula guardan igual orientación, con sus
puertas abiertas hacia el occidente. Quizá podría interpretarse esta
circunstancia como culto al planeta Venus. En efecto, la Serpiente fue la Eva
de los cañaris, según una de sus cosmogonías, a la que ofrendaban ricos exvotos
en la leoquina (laguna de la culebra, en cañari) de Allón. (Segarra 2000:84). Este
mismo autor sostiene que “…bien pudo ser que el recinto ceremonial de
Zhabalula, donde se conserva parte de un monumento a la culebra (la cual
representa al planeta Venus en varias civilizaciones antiguas) hubiese sido
levantada para honrar a esta deidad” (Segarra, 1967:64-65).
Ahora bien, según las descripciones de los
cronistas; la forma circular que tiene Zhabalula concuerda más con el uso de
vivienda. “Las casas que tienen los naturales cañares, de quienes voy hablando
son pequeñas, hechas de piedra, la cobertura de paja” (Crónica del Perú. Cap.
44 por Cieza de León).
En este contexto, Zhabalula pudo haber servido
como vivienda ya que no fue la única edificación levantada en la zona, Bedoya
al respecto anota: “Existen ruinas de casas de paredes casi circulares con
tabique central de división” (Bedoya, 1966:41). Complementando dicha versión
Juan Cordero escribe: “Se han hecho cálculos de haber existido en el lugar
hasta unas setenta viviendas, de ambientes reducidos de dos a cuatro metros de
lado, hechas con piedras pequeñas y medianas, unidas con argamasa de barro y
paja. Algunas edificaciones tuvieron un gran espesor y se ejecutaron en doble
hilera, en algunos casos con peldaños de acceso.” (Cordero, 2007:159, tomo II).
Matovelle (1921) citando a Cieza de León, anota que cada familia ocupa una
choza y, a veces, una segunda, que le sirve de hogar y de cocina. Bajo el alero
de la casa está un telar de mano para la confección de las bayetas o liencillos
en que trabaja el marido en los ratos desocupados, mientras la mujer atiende
las faenas domésticas. Junto a las casas, y sombreando el reducido patio, hay
ordinariamente uno o más árboles frutales; el todo esta resguardado por cercas
de maguey o de nopal, y en torno, la heredad cubiertas con sus sementeras de
maíz u otras mieses.
Posiblemente así
figuraba la casita de Zhabalula
Foto: Cortesía del
Arquitecto Edmundo Iturralde
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Dada esta descripción, Zhabalula bien pudo
haber servido como un centro poblado, no obstante, por su
ubicación estratégica y geografía, los asocian con un sitio de culto antes que
con un núcleo de viviendas.
Finalmente Francisco Valdez propuso como
función la de vigilancia u observación. “Es curioso que el apelativo del
edificio de Narig sea “Shabalula” voz que recuerda a “Chapacuna” que significa
observatorio en quichua” (Valdez, 1984:89).
A menudo los fonemas Cha/Sha y ba/pa son
confundidos, es decir las diferentes maneras de pronunciarse un mismo fonema
según los diferentes lugares, pero esto no altera el significado. Al igual que
Chobshi que bien podría escribirse cambiando la letra b por f o p, esto dependiendo de los diferentes
lugares (Chobshi-Chofshi-Chopshi), o a su vez existen otras variantes cambiando
Ch por Sh o Zh (Chobshi-Shobshi-Zhobshi) recordemos que por la zona existen
muchas toponimias que se escriben con Zh o Sh, como por ejemplo: Zhotor/Shotor,
Zhimbrug/Shimbrug, Zhabalula/Shabalula, entre otras. De la misma manera no
debemos olvidar que Sígsig se ha escrito de varios modos. Ahora el interpretar
Chobshi, como casa de la estrella, “Chopkij”, según lo afirmó el historiador
Guillermo Segarra no viene al caso.
Si Zhabalula fue un sitio ceremonial o lugar de
ritos fúnebres es muy difícil de comprobar; con todo, en el área que circunda
esta construcción está llena de curiosidades pétreas de un carácter simbólico
evidente, por ejemplo: la cara del Inka, varios batanes, algunas piedras con
glifos que se les conoce como “piedras mapas” y la cabeza de culebra labrada en
piedra, con los ojos y boca bien patentes, siendo el símbolo de veneración a la
progenitora de la etnia Kañari. Guillermo Segarra mencionó (1963) que él pudo
observar que todavía subsiste en el terreno la huella bien marcada de 17 metros
de largo, indicativa del espacio que originalmente ocupó el cuerpo del ofidio;
evidencia que revalida la leyenda de los Kañaris en el sentido de que atribuyen
el nacimiento de la primera pareja humana a una gran culebra, y que luego de
ese parto se refugió para siempre en la laguna de Ayllon.
Son varias las funciones atribuidas a las
estructuras existentes en el Complejo Arqueológico de Chobshi-Zhabalula; pero si
lo miramos en un amplio contexto, es decir; si consideramos otros factores
tales como: la presencia de importantes minas y lavaderos de oro existentes en
los flancos de la cordillera oriental, que fueron explotadas antes de la
llegada de los inkas; el alto potencial agrícola por sus tierras fértiles,
gracias al régimen de lluvias, a la red hidrográfica del río Santa Bárbara y la
laguna de Chobshi que irrigan la zona; su ubicación, pues se trata de una
frontera oriental del callejón interandino la misma que tiene un rápido acceso
a la Amazonia; y la asociación con los caminos que pasan junto a estas
edificaciones; creemos que el Complejo Arqueológico de Chobshi-Zhabalula, se
convirtió en un importante cuanto depurado lugar estratégico, y sirvió como un
espacio multifuncional, ya que tuvo una frontera fluida de contacto comercial
entre diversos grupos tanto de la Sierra norte y sur, Costa y la amazonia.
“El contexto
topográfico en que se encuentra los edificios y la asociación a un camino
empedrado de buen tamaño, sugieren una función clásica para la mayoría de
construcciones de esta época. El Ingapirca de Chobshi bien pudo ser un aposento
simple, con un área no cubierta de grandes dimensiones para la congregación de
gente, o para depósito temporal de mercadería y con un área cubierta de
dimensiones normales, adosadas al recinto mayor para vivienda temporal de gente
que transitaba por el camino. Para el caso de Zhabalula, la ubicación, la forma
y las dimensiones sugieren la función de sitio de observación” (Valdez,
1984:113).
En todo caso, cualquier interpretación que se dé
a los sitios y a su área de influencia, se deberá partir de las evidencias
arqueológicas.
Buenas, veo referencias al documento del autor Valdez de 1984, pero no encuentro el nombre ni el lugar donde puedo encontrar el escrito. Tiene alguna idea? gracias.
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