“…Aunque
los años pasan, todo parece eterno,
El viejo
reloj de Tudul, el parque de la verbena…
aún vive
en sus callejas una vida muy amena
de
embrujados domingos, con corbata, pañuelo y terno.
eres
porción sublime de parejas lujuriantes,
de
techumbres sonrojadas, erguidas sobre maderos
y un
crujir de los tiempos en tus plazas y senderos
decorados
de vergeles doncellas subyugantes…”
Raúl Segarra I.
Sigsig es un canton
privilegiado por el gran valor cultural que posee, es por esto que el 19 de
agosto del 2002 fue declarado Patrimonio Cultural del Ecuador, y este mes de
octubre por medio de una ordenanza nos aprestamos a festejar un año más de
dicha declaratoria. Sin embargo todavia existen personas que se preguntan que es eso de patrimonio.
E aquí una pequeña reflexión.
El patrimonio cultural
es el conjunto de creaciones realizadas por un pueblo a lo largo de su
historia, el cual se expresa en objetos muebles e inmuebles, que incluye; los monumentos y manifestaciones del pasado
(sitios y objetos arqueológicos, arquitectura colonial y republicana,
documentos y obras de arte, entre otros), y lo que se llama patrimonio
inmaterial que según la Convención para la salvaguardia del patrimonio cultural
inmaterial, el patrimonio cultural inmaterial (PCI) "es el crisol de
nuestra diversidad cultural y su conservación, una garantía de creatividad
permanente"
Es muy importante entender
que el patrimonio cultural no es el amontonamiento de lugares y cosas
"viejas", pasadas de moda y que no tienen valor. O, por lo contrario,
que sólo lo "bonito", de material noble y piedras preciosas tienen
valor. Todos y cada uno -aún de
los bienes que componen el patrimonio material e inmaterial son necesarios para
comprender el pasado, y este es importante porque nos da
ejemplos, experiencias y argumentos, para gran parte de las decisiones que
hacemos en el presente; al mismo tiempo, nos permite crear un sentido de
identidad, de pertenencia y una razón más para vivir y trabajar por nuestra
familia, localidad, región y nación.
En otras palabras el patrimonio constituye un
testimonio irrepetible e irrenunciable que estimula el sentimiento colectivo de
satisfacción creativa, prestigioso pasado, identidad y pertenencia a la
comunidad. Es una prueba evidente
de la existencia de vínculos con el pasado, alimenta siempre en el ser humano
una sensación reconfortante de continuidad en el tiempo y de identificación con
una determinada tradición. Se debe considerar que el patrimonio ayuda al
reforzar la identidad de nuestro cantón, cohesionando sus habitantes en base a
una memoria histórica colectiva y la conciencia de pertenecer a un territorio
que reconocemos como propio.
El Patrimonio no es un conjunto
de edificios o de objetos inanimados que basta con proteger del deterioro del
tiempo. Los edificios y objetos, interesan precisamente porque tienen una historia
que contar, son el legado que nos permite “visualizar” nuestra historia,
comprender nuestros orígenes y fortalecer nuestra identidad. Hay muchas personas, sin embargo, que no comprenden bien
la idea de modernidad y piensan que es más importante construir una carretera
que conservar un sitio arqueológico; que sería bueno ampliar la iglesia
demoliendo una capilla antigua para reemplazarla por un edificio de concreto; o
que no ven la finalidad de guardar viejos documentos que ocupan demasiado
espacio. Estas y otras conductas parecidas son un error gravísimo que produce
daños irreparables. Por ejemplo en nuestro centro histórico se realizó un
saqueo a todo el ornamento del Santuario de Tudul a pretexto de brindarle un
toque de modernidad, los gestores de esta “magnífica obra” se llevaron todo el
pan de oro que recubría el atrio de esta iglesia y nos obsequiaron un monumento
que no atrae la atención de nadie. ¿A dónde iría a parar este grandioso altar
de pan de oro?; en otro escenario se permitió a vista y paciencia de todos
derribar la antigua iglesia de San Sebastián, (hoy solo quedan recuerdos de
ella), y no se hizo ningún intento por salvar un verdadero monumento arquitectónico
símbolo de la grandeza y dedicación de los sigseños. Otro caso y que trae mucha
nostalgia de los recuerdos de aquellos días, es el tan recordado teatro
salesiano, en donde ninguna alma se compadeció por mantener un sitio de tanto historia
y anécdotas.
Todas estas actitudes
negativas no hacen sino empobrecer el patrimonio que nos pertenece a todos y
destruir una información imposible de recuperar. no hay que olvidar que el
patrimonio tiene dos rasgos: su fragilidad y su irreversibilidad.
Si perdemos el legado
cultural, es decir nuestra memoria colectiva, no solo perdemos nuestra
identidad como cantón, sino que también perdemos nuestro futuro.
La conservación no solo
pretende salvar testimonios históricos o estéticos, comprensibles solamente
para una minoría, sino también el permitir que la población en general pueda
realizar una fácil comparación entre lo anterior y lo actual.
Debemos tener presente,
además, que mucho de lo que ahora se crea y produce enriquecerá nuestro patrimonio
en el futuro, por lo tanto, debemos prestar especial atención a la calidad y
sentido de lo contemporáneo.
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