La historia
de los Kañaris, según la tradición oral inicia desde uno de los mitos de
origen; una de las más antiguas referencias acerca de este mito la encontramos
en la “Relación de fábulas i ritos de los ingas” de Cristóbal de Molina
correspondiente a la segunda mitad del siglo XVI, cuando llegó
al Cusco en calidad de párroco y consecuentemente escuchó o tuvo noticias de kañaris
que fueron llevados por
Túpac Yupanqui y Huayna Cápac en calidad de mitmakuna. Es
muy probable que Molina haya utilizado para la redacción de su fabula como
fuente de datos principales las entrevistas o conversaciones con los kañari del
Cuzco. De hecho se sabe que éstos vivían en el barrio de “Carmenca”,
perteneciente a la parroquia de Santa Ana y que mantuvieron sus privilegios y
status por lo menos hasta mediados del siglo XVII.
A continuación transcribimos el mito de origen
de los kañaris contado por Cristóbal de Molina, el mismo que fue copiado literalmente por Pedro
Sarmiento de Gamboa en 1572 y reproducido de igual manera por el padre Bernabé
Cobo en 1653, claro que con pequeñas divergencias entre el uno y el otro.
“En la provincia de Quito está una
provincia llamada Cañaribamba, y así llaman los indios por el apellido de la
provincia, los cuales dicen que al tiempo del diluvio, en un cerro llamado
Huacaynan, que está en aquella provincia, escaparon dos hermanos en él, y dicen
en la fábula que como yban las aguas creciendo, yba el cerro creciendo, de
manera que no les pudieron enpeçar las aguas, y que allí después de acavado el
diluvio y acavándoseles la comida que allí recoxieron, salieron por los cerros
y balles a buscar de comer y que hizieron una muy pequeñita casa en que se
metieron, a do se sustentavan de rayces y yervas, pasando grandes trabajos y
hambre y que un día, aviendo ydo a buscar de comer, queando a su casilla
volvieron, hallaron hecho de comer y para beber chicha, sin saber de dónde ni
quién lo huviese hecho ni allí traydo; y que esto los acaeció como diez días,
al cavo de los cuales trataron entre sí querer ver y saber quien les hacía
tanto vien de tanta necesidad; y así el mayor dellos acordó quedarse escondido
y vio que venían dos aves que llaman aguaque, por otro nombre llaman torito, y
en nuestra lengua las llamamos guacamayos. Venían vestidas como cañares y
cabellos en las cabeças, atada la frente como agora andan; y que llegadas a la
choça, la mayor de ellas vido el yndio escondido, y que se quitó la llicta, que
es el manto de que usan, y que empeçó a hacer de comer de lo que trayan, y que
como vido que eran tan hermosas y que tenían rostros de mugeres, salió del
escondrijo y arremetió a ellas; las quales, como el yndio vieron con gran enojo
se salieron y se fueron bolando, sin hazer ni dexar este día que comiesen. Y
uenido que fue el hermano menor del campo que avía ydo a buscar que comer, como
no hallase cosa aderezada como los demás días solía hallar, pregunta la causa
de ello a su hermano, el cual se la dijo; y sobre ello uieron gran enojo; y así
el hermano menor se determinó a quedarse escondido hasta ver si volvían. Y al
cabo de tres días boluieron las dos guacamayas y empeçaron a hazer de comer y
que como viese tiempo oportuno para coxerlas, entró al tiempo que vido que ya
avían hecho de comer; arremetió a la puerta y cerróla y cogiólas dentro, las
quales mostraron gran henojo y así asió a la menor, porque la mayor, mientras
le tenía a la menor, se fue. Y con esta menor dicen tuvo acceso y cópula
carnal; en la qual, en el transcurso del tiempo, tuvo seis hijos e hijas, con
las cuales vivió en aquel cerro mucho tiempo sustentándose de las semillas que
sembraron, que dicen que trajo la huacamaya, y destos hermanos y hermanas,
hijos desta huacamaya que se repartieron por la provincia de Cañaribamba, dicen
que proceden todos los Cañares; y así tienen por huaca el cerro llamado
Huacaynan y en gran veneración a las Huacamayas; y tienen en mucho las plumas
dellas para sus fiestas…” (Cristóbal de Molina, 1989 [1575]:55-56. En: Alden Yépez, 2010:117).
Las semejanzas y diferencias fonéticas y
lexicográficas entre “Huacaynan” palabra referida en el mito; y “Fazayñan”
actual topónimo de Sígsig son muy sugestivas, razón por la cual nos preguntamos
¿los mencionados cronistas escribieron mal o en realidad se escribe Huacay-ñan?
González Suárez con ligereza nada común a su gran vocación de investigador,
interpreta erradamente como “Camino del llanto”, ya que huacay significa lloro
o llanto y ñan camino. Al revisar los diccionarios de Kichwa no aparece esta
palabra completa “Fasayñan”, por lo que creemos que es una palabra compuesta
por tres morfemas del kichwa.
- Pa = de - del – para
- Saya = cima – cumbre
- Ñan = camino – vía.
El primer elemento PA cuyo morfema P se
convertiría en F.
En el segundo SAYA quizá aquí se eliminó A
quedando SAY.
Y finalmente el tercer elemento ÑAN se mantendría.
Es síntesis, PA-SAY-ÑAN, cuyo significado literal sería “Camino de cumbre”.
Quizá el nombre es alteración de Asayñan –escribe
Albornoz– pues en colorado –asa– significa fatigar y ñan en quechua es camino,
lo que se compagina muy bien con la realidad, ya que, para llegar a sus
alturas, es preciso recorrer una ruta que fatiga. (Albornoz, 1948:23).
Otra hipótesis que se maneja; es que tal vez
Fazayñan sea dialecto kañari cuyo significado es todavía desconocido,
recordemos lo que mencionó Octavio Cordero “que en la prodigiosa toponimia
azuaya se andan por las cordilleras y sus nudos y por los ríos y su vegas voces
que reconocidamente no son ni castellanas ni quechuas, y por consiguiente,
deben pertenecer al Cañari” (Cordero Octavio. En: Monografía del Azuay, Por
Luis F. Mora y Arquímedes Landázuri, 1926). Además debemos considerar que “…la
lengua de los pueblos conquistados se enriqueció con muchas voces tomadas de la
lengua del pueblo vencido y así los nombres de ciertos objetos materiales como
los ríos, de los montes, etc., debieron conservarse sin mudanza alguna, en el
mismo idioma de los cañaris.” (González Suárez, 1922:23).
En últimos casos, que la grafía sea Huacay-ñan
se puede definir como Huaca algo sagrado o como patrón de asentamiento
ceremonial que traduciendo literalmente significa “Camino de los dioses”,
porque para la cultura kañari cada montaña es un lugar sagrado y es morada de
dioses y lo demás ya relacionado en la mitología de las guacamayas.
De la misma
manera, en el sistema cosmogónico de los Kañaris, se atribuye el nacimiento de
la primera pareja humana a una gran culebra:
“Los Kan-are, descendientes de la culebra formaron numerosas tribus y
pueblos repartidos en valles y sierras y cuando ocurrió el próximo eclipse,
trataron desagraviar a la luna y buscaron a su madre la culebra para rendirle
homenaje. Mas la culebra en su huída y deslumbrada por la luz de la luna en la
superficie de las aguas de la laguna, arrojase a ella y sumergiose en el fondo
sin volver a la superficie. Los Kanáres, sus descendientes levantaron
adoratorios a la luna en las cimas de los montes altos y a la culebra, ofrendas
de oro y comida y bebida en la laguna (según la tradición serían las lagunas en
las que sumergióse la culebra leoquina. Shinshin, llamada después laguna de
Ayllón.)” (Domínguez, 1999:36).
Sabemos por
algunas fuentes que por el año de 1548, Pedro de Ayllon,
Diego Vargas y Fidelio de Neiva; tres aventureros buscadores de tesoros, minas
y riquezas se enteraron de que en la laguna de Simshan habían objetos de oro; estos
al tratar de sacar dichos tesoros que se dice estaban en el fondo de la laguna,
el más arriesgado se sumergió y fue absorbido por la laguna y no salió, después
regresaron los dos viajeros con la noticia y desde entonces comenzó a llamarse
la laguna de Ayllón, que se conserva hasta la actualidad.
Para los
kañaris –según González Suárez– la laguna de Ayllon era un lugar sagrado y
objeto de superstición y de culto religioso, por creer que allí se había
sumergido voluntariamente la culebra progenitora.
“Los cañaris se creían descendientes de una culebra, grande y
misteriosa, la cual finó sumergiéndose ella misma voluntariamente en una laguna
solitaria de agua helada, que se halla sobre el actual pueblo de Sigsig, en la
Cordillera Oriental de los Andes. Esta laguna era para los cañaris del Azuay un
lugar sagrado, y un santuario; y en ofrenda a la culebra que les había dado el
ser, acostumbraban arrojar al agua figurillas pequeñas o idolillos de oro” (Gonzales
Suárez. 1922).
Es curioso que la laguna de Ayllon al estar ubicada en la barrera
geográfica entre Azuay y Morona Santiago (Gualaquiza) “la tradición habla de
que antiguamente salían dos jibaros desde el Oriente por el Ayllon.” (Sarmiento,
1994:77).
Tanto la
laguna de Ayllon como el cerro Fazayñan o Huacayñan –según González Suárez–
fueron pacarinas o adoratorios eminentes de los kañaris.
“los Cañaris adoraban como á una divinidad particular al cerro
Huacay-ñan, y una laguna que se halla hacia los términos de la provincia del
Azuay en la gran Cordillera oriental sobre el pueblo de Sigsig, porque suponían
que de allí habían salido sus progenitores, y le hacían sacrificios, arrojando
á ella oro en polvo y otras cosas, en varias épocas del año” (González Suárez,
1969:145).
Es importante considerar que si bien la arqueología permite identificar
la “cultura kañari” gracias a un estilo particular de la cerámica; el mito
ayuda a identificar una creencia común. Para Alden Yépez los mitos de origen de
la cultura kañari, enfatizan la transformación de la serpiente y las guacamayas
en seres humanos, esto nos permite pensar en un sistema religioso practicado
por los sacerdotes de la región de Sígsig (y probablemente del país Cañari),
según la cual éstos adquirían las características perceptivas y anímicas de las
huacas consultadas. Las huacas de Fazayñan y Ayllon resultaban en una suerte de
oráculo. (Yépez, 2010:124).
En este
sentido, los cerros y lagunas aparecen como el lugar de
morada de los Apus, Yayas o Taitas, quienes encarnan los antepasados míticos de
los aborígenes. Por
tanto; la laguna de Ayllon como el cerro Fazayñan, a pesar de que se encuentran
en puntos geográficos muy diferentes, fueron percibidos dentro del sistema de
creencias andinas, y parece ser el sentido religioso básico de la cosmovisión
kañari.
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