En el
presente escrito no pretendemos plantear un plan de restauración o conservación,
eso lo dejamos a los arquitectos: Nuestra intención es plantear a través de una visión histórico-cultural la importancia que el cementerio tiene en la
sociedad sigseña.
ASPECTOS HISTÓRICOS
En una carta que escribe el parroco Adolfo Piedra, al reverendo Obispo con fecha 18 de diciembre de 1889, se denota la
grave necesidad que tiene Sígsig de contar con un cementerio nuevo, pues
el actual cementerio que posee es estrecho y antihigiénico por mantenerse en el
centro de la población y por emanar malos olores, los mismos que pueden
acarrear epidemias mortales. (A.C.A/C.
Adm. C 3172); siendo esta la
primera referencia que se tiene a cerca de la necesidad de contar con un
cementerio nuevo en el centro cantonal
El 20 de diciembre de 1917, Manuel Vázquez el Cura y Vicario
Foráneo de Sígsig en un oficio enviado al obispo Manuel María Polit manifiesta
la urgencia del arreglo del nuevo cementerio y la autorización para que la
municipalidad pueda intervenir en estos terrenos. (AHM/S # 589). Entre los pedidos formales que hace la municipalidad
a la iglesia para construir el nuevo cementerio es que ceda la iglesia los
terrenos permutados en beneficio del panteón; y la municipalidad por su parte
se compromete con el trabajo de las murallas, bóvedas y capilla respectiva;
además la rectificación y ensanche del camino que debe conducir al mismo, fuera
de la población. (AHM/S # 589).
Cuatro días después el mismo cura expresa la situación del
cementerio y la autorización del traslado a otro lugar mediante la permuta de
los terrenos con otros del señor Belisario Pezántes: “Que por estar en completa
ruina el actual cementerio de este pueblo y hallándose situado en lugar
incómodo para transito de sus habitantes; siendo además disposición expresa de
V. Sría. El traslado, y fijándose con las autoridades de este lugar otro mas
conveniente y cómodo para la higiene de sus habitantes, solicita de Sría, la
autorización para permutar unos terrenos de la iglesia conocidos con el nombre
de Santopamba situados en Tudul con los terrenos del Sor. Belisario Pezántes
que existen en el mismo Tudul, a cuatro o cinco cuadras de distancia del centro
de este pueblo, por ser este elegido para dicho cementerio Eclesiástico”. (AHM/S #588)
El 17 de mayo de 1923, el entonces presidente municipal
Luis Samaniego, mediante un escrito dirigido al ilustrísimo señor obispo de la
diócesis del Azuay manifiesta que el concejo municipal ha resuelto construir un
cementerio público. En dicho documento se lee: “…con el fin de llevarlo cabo de
acuerdo con la autoridad eclesiásticas, resolvió también dirigirse a su Sría,
manifestándole que tal cementerio puede construirse con intervención de la
iglesia, bajo las siguientes bases:
Primero.- Que la iglesia se costeará
el área necesaria para el Cementerio, cuyo valor aproximadamente será de mil
sucres.
Segundo.- Que el Municipio, hará de
su parte toda la construcción del Cementerio; con arreglo a los planos
respectivos y cuyo aporte se calcula en cinco mil sucres, más o menos.
Tercera.- La iglesia percibirá de
los derechos arancelarios que actualmente cobra en cada caso de inhumación,
únicamente la cuarta parte de ellos, por cuanto la cuota con que contribuirá,
es menos de la cuarta parte del costo de la obra.
Cuarta.- Que el municipio por si
sólo administrará y reglamentará el servicio del Cementerio y percibirá el
canon que fije por arrendamiento de bóvedas, ocupación del Campo Santo; Tales
son las bases mas o menos generales que pudieran convenirse con la iglesia para
llevar a término la proyectada obra; pues no se oculta a su Sría, la necesidad
imperiocísima que tiene este lugar, acerca de la provisión de una mejora tan
indispensable, y por lo mismo confía esta corporación que su Sría, acogerá
delicadamente el proyecto”. (AHM/S #
658)
Con la llegada del sacerdote Dr. Octavio Martínez Astudillo quien
permaneció como cura interino desde 1927 hasta 1933, se logró concluir esta
obra que ahora es parte de nuestro Patrimonio Cultural edificado.
Mide 116 metros de largo por 104 metros
de ancho, con magníficas paredes dobles de adobe, adornadas con elementos
decorativos del mismo material, en su interior posee una capilla con su torre y
una cripta con sus bóvedas y nichos de cal y ladrillo.
ASPECTO
SOCIO-CULTURAL:
Cuando se celebra el día de los
difuntos son muchas las personas que van al cementerio para visitar las tumbas
de sus familiares fallecidos; las mismas que están acompañadas por el cuidado,
limpieza y engalanamiento de las lápidas, nichos y tumbas.
Para la mayoría de las personas
visitar el cementerio puede parecer una actividad poco seductora e incluso
aburrida que no tiene sentido; Sin embargo, todos los pueblos del mundo están
llenos de cementerios fascinantes unos más grandes que otros, unos con capilla,
otros sin ellas, pero todos ellos esconden en su interior una rica historia, es
como un libro que está a la espera de que alguien lo habrá y se nutra de sus
pensamientos ahí plasmados.
No obstante considero que los
cementerios no
solo es un espacio para visitar a los seres queridos que ya no están, sino que
también se puede realizar una visita interesante a nivel artístico y
cultural;
aunque estos espacios para muchas personas no son considerados como lugares de expresión
artística.
Una tarde al visitar el cementerio acompañado de mi cámara disfrute
de una experiencia estética asombrosa. Desde mi interpretación subjetiva tomar
fotografías era capturar una imagen a través de la luz, por tanto en un
cementerio que siempre se ha relacionado con la oscuridad creía que era imposible
sacar imágenes en donde habla la muerte, donde es sinónimo de oscuridad, donde
el silencio es la nada. Pero de pronto comprendí dos cosas: que en los
cementerios no hay oscuridad, hay luz, que es un remanso de paz, alegría y un
lugar de memoria y arte; y que la forma y el lugar de enterramiento han variado
a lo largo de la historia como un elemento más, inherente a cada cultura,
tradición o época histórica y que los cementerios reflejan de un modo u otro
nuestro mundo, nuestra sociedad, de ahí su importancia para nosotros.
Lamentablemente las personas de
nuestro terruño no aprecian y desconocen el arte funerario y sus funciones
culturales que este desempeña como por ejemplo: que juega un rol en los ritos
de enterramiento o simplemente como un recordatorio de la mortalidad de un ser
querido.
Creemos que los reflejos que se
presentan al caminar por estos pequeños caminos desorganizados entre tumba y
tumba, ciertamente, no son de dotados artistas; sin embargo nosotros hemos
desarrollado una peculiar capacidad para percibir la belleza, pues creemos que
en el panteón hay cosas muy interesantes que los moradores con su creatividad
fueron alimentando día a día; y con el transcurso del tiempo lo convirtieron en
un espacio artístico, De la misma manera creemos que el ser humano no ha
adornado en vano su lecho final, pues el arte nos acompaña más allá de la tumba;
ya que no sólo es consuelo sino que el arte es el fin mismo, la cúspide a la
que cualquier mortal puede anhelar.
Al recorrer por estos pequeños caminos entre tumba y tumba y
al haber llevado mi vista por todo el horizonte en más de una ocasión me pude
dar cuenta que dentro de la iconografía del arte funerario sobresalen ángeles,
arcángeles, dolientes y retratos; y que junto con la representación del
difunto, es habitual encontrar la presencia de alegorías, o una iconografía
específica, que relacionen a la persona con su pasado o procedencia. La
representación del dolor y la mortalidad de lo divino. Las crucifixiones y las
piedades son algo común en este tipo de arte.
Las
tumbas en su mayoría están dotadas de inscripciones, decoraciones de significados
cristianos y en algunos de los casos se pintan imágenes en los muros. Todos ellos
nos muestran una actitud de respeto y un estado escalofriante por su realismo;
y que la muerte
convive con esos símbolos, que son las bellas obras de arte construidas para
honrar un profundo amor por los que ya no están.
La iconografía de los ángeles en momentos de vuelo o
momentos de llanto, representan
el dolor y plegaria, pero también cuando están sentados junto o sobre la tumba
pueden ostentar una actitud de guardianes. O en otros de los casos cuando los
ángeles llegan a portar una trompeta se convierten en los anunciantes del
juicio final, mientras que la figura femenina o infantil representa a los
dolientes.
Otro de los temas que se representa
en la iconografía del cementerio por sus posibilidades expresivas y
compositivas es el de los cuatro
elementos, es decir:
·
El fuego
en sus
diversas variantes: hoguera, caldera, antorcha, linterna, incensario, lenguas
llameantes, llama y lámpara sepulcral; o a su vez el propio título de las
lapidas, en que se describen comienzan con las palabras: El rey de las luces,
Luz de reyes, encendida sobre el candelero.
·
El aire aparece
relacionado con fenómenos atmosféricos: arco
iris y rayo.
·
La
tierra, se representa en forma de mundos, sobre los que el
rey gobierna.
·
El agua que se
relaciona con cantaros o vasos en donde esta acumulado este liquido vital, con
mares tempestuosos o pequeñas lloviznas.
Como complemento de estos elementos
esta la naturaleza que es otro
de los rasgos más representados dentro de la iconografía. La vegetación posee una amplia
variedad en las tumbas. Las coníferas, con hojas siempre verdes y maderas
incorruptibles, fueron escogidas como símbolos de la inmortalidad. El cedro, el pino y el ciprés han
sido tres de los árboles y arbustos dedicados a la muerte. La astrología también está presente
en la iconografía de las tumbas, destacando las representaciones del zodiaco, de los planetas y especialmente del
sol.
Cuentan asimismo con un gran
contenido emblemático la paloma
que es símbolo del cristiano penitente, quien se refugia en la gracia divina. Las palomas
que detenidas en un perenne vuelo ascendente y figuras que dan cuenta del
aspecto vital que una vez tuvo el cuerpo y que ahora descansa unos metros más
abajo convirtiéndose en polvo invitan al peregrino a decir una oración y a
detenerse para deleitar de sus belleza.
Para las virtudes los que elaboran
las lapidas se refieren a honestidades particulares del difunto, la mayoría
gira en torno a las cuatro virtudes cardinales -Prudencia, Justicia, Fortaleza
y Templanza- Y lo mismo podría decirse de la Liberalidad, Sinceridad,
Frugalidad, Mansedumbre, Concordia, entre otros.
Finalmente no podía faltar dentro
de la iconografía de las tumbas una alusión al tema de la muerte, que aparece contemplada de una manera serena y nada
estruendosa con cetro o espada y corona, pues no podía estar ausente en esos
momentos, en que se organizaban las ceremonias fúnebres y que en algunas de las
tumbas se encuentra junto a la cama velando el sueño de los infantes muertos para conducir el
alma a algún lugar.
La iconografía que inunda este
espacio considerado como sagrado es riquísima cada elemento posee un
significado individual y otros grupales. El cementerio es el reflejo del pueblo de los
vivientes, y la muerte termina mostrando las referencias de las ambiciones y
también de las desdichas humanas. Se puede decir que las
pinturas son un recordatorio de lo vivido y las figuras recipientes donde puede
descansar el alma.
Consideramos que visitar un
cementerio seria con visitar un museo al aire libre, dejando que el aire de
este campo santo y de la naturaleza invada nuestros pulmones y que la paz y el
silencio relajen nuestra mente.
Finalmente el valor urbano que
guarda, el valor histórico que aporta, el valor artístico que tiene son
elementos importantes que nos motiva hacer una defensa del espacio funerario pues
si recorremos estos espacios entre
tumba y tumba, con una observación atenta y curiosa podemos encontrarnos con
una verdad social del pasado de nuestro pueblo.
El panteón o cementerio como un espacio fúnebre debe estar
protegido pues son la base material del festejo de Día de Muertos, celebración
declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO (2003).
Es
por todo esto que el cementerio requiere una protección y defensa especial de
manera que puedan ser disfrutados por todos los ciudadanos y transmitidos a
nuestras futuras generaciones.
Esperamos que estos ángeles en un
futuro no muy lejano velen nuestro eterno descanso, y que permanezcan siempre
lamentándose junto a nuestra tumba -si es que algún día la tenemos-Por mi parte
quiero de vivo disfrutar de este espacio y ya de muerto quiero estar en otro
lado.
REFERENCIAS:
·
ASTUDILLO, Hugo. “Sígsig:
Políticas para la protección de su patrimonio cultural” Tesis previa a la
obtención del título de Licenciado en Ciencias de la Educación, Especialización
Historia y Geografía. Universidad de Cuenca. 2008.
·
González de Valcárcel,
J M. “Restauración monumental y puesta
en valor de la ciudades
americanas” Barcelona. sin año.
·
http://quedearte.blogspot.com/2009/11/arte-en-el-cementerio.html
Consultado el 5 de noviembre de 2010
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