El concepto de espacio y territorio
sagrado fundamentan y sustentan la esencia del pensamiento andino, sugiriendo
nuevas miradas y nuevas dinámicas de los estudios territoriales. Esta perspectiva advierte las
distancias y las aproximaciones de las estructuras sociales y organizativas de
estos grupos. Esta racionalidad nos permite permanecer y proteger los territorio a través de su
legado histórico cultural, como lo es la visión cosmogónica que caracteriza su
pensamiento, desde donde hacen explícita las explicaciones de contexto como
parte de la realidad y de la vida, estableciendo simultáneamente la lógica que
sustenta la existencia del espacio y el territorio sagrado dentro de la
dinámica de la diversidad.
En este sentido, para comprender la
gran relación que tenemos con el entorno, es necesario comprender la
historia del pueblo que nos antecedió, es decir la historia del pueblo kañari,
la misma que básicamente inicia desde uno de los mitos de origen; una de las
más antiguas referencias acerca de este mito la encontramos en la “Relación de
fábulas i ritos de los ingas” de Cristóbal de Molina correspondiente a la
segunda mitad del siglo XVI, pues se sabe que éste llegó al Cusco en calidad de párroco y
consecuentemente escuchó o tuvo noticias de kañaris que fueron llevados por
Túpac Yupanqui y Huayna Cápac en
calidad de mitmakuna.
Es muy probable que Molina haya utilizado para la
redacción de su fabula como fuente de datos principales las entrevistas o
conversaciones con los kañari del Cuzco. De hecho se sabe que éstos vivían en
el barrio de “Carmenca”, perteneciente a la parroquia de Santa Ana y que mantuvieron
sus privilegios y status por lo menos hasta mediados del siglo XVII.
A continuación transcribimos el mito de
origen de los kañaris contado por Cristóbal de Molina el mismo que ha
sido transcrito casi literalmente por Pedro Sarmiento de Gamboa en 1572 y
reproducido de igual madera por el padre Bernabé Cobo en 1653, claro que con
algunas divergencias entre el uno y el otro.
“En la
provincia de Quito está una provincia llamada Cañaribamba, y así llaman los
indios por el apellido de la provincia, los cuales dicen que al tiempo del
diluvio, en un cerro llamado Huacaynan, que está en aquella provincia,
escaparon dos hermanos en él, y dicen en la fabula que como yban las aguas
creciendo, yba el cerro creciendo, de manera que no les pudieron enpeçar las aguas,
y que allí después de acavado el diluvio y acavándoseles la comida que allí
recoxieron, salieron por los cerros y balles a buscar de comer y que hizieron
una muy pequeñita casa en que se metieron, a do se sustentavan de rayces y
yervas, pasando grandes trabajos y hambre y que un día, aviendo ydo a buscar de
comer, queando a su casilla volvieron, hallaron hecho de comer y para beber
chicha, sin saber de dónde ni quién lo huviese hecho ni allí traydo; y que esto
los acaeció como diez días, al cavo de los cuales trataron entre sí querer ver
y saber quien les hacía tanto vien de tanta necesidad; y así el mayor dellos
acordó quedarse escondido y vio que venían dos aves que llaman aguaque, por
otro nombre llaman torito, y en nuestra lengua las llamamos guacamayos. Venían
vestidas como cañares y cabellos en las cabeças, atada la frente como agora
andan; y que llegadas a la choça, la mayor de ellas vido el yndio escondido, y
que se quitó la llicta, que es el manto de que usan, y que empeçó a hacer de
comer de lo que trayan, y que como vido que eran tan hermosas y que tenían
rostros de mugeres, salió del escondrijo y arremetió a ellas; las quales, como
el yndio vieron con gran enojo se salieron y se fueron bolando, sin hazer ni
dexar este día que comiesen. Y uenido que fue el hermano menor del campo que
avía ydo a buscar que comer, como no hallase cosa aderezada como los demás días
solía hallar, pregunta la causa de ello a su hermano, el cual se la dijo; y
sobre ello uieron gran enojo; y así el hermano menor se determinó a quedarse
escondido hasta ver si volvían. Y al cabo de tres días boluieron las dos
guacamayas y empeçaron a hazer de comer y que como viese tiempo oportuno para
coxerlas, entró al tiempo que vido que ya avían hecho de comer; arremetió a la
puerta y cerróla y cogiólas dentro, las quales mostraron gran henojo y así asió
a la menor, porque la mayor, mientras le tenía a la menor, se fue. Y con esta
menor dicen tuvo acceso y cópula carnal; en la qual, en el transcurso del
tiempo, tuvo seis hijos e hijas, con las cuales vivió en aquel cerro mucho
tiempo sustentándose de las semillas que sembraron, que dicen que trajo la
huacamaya, y destos hermanos y hermanas, hijos desta huacamaya que se
repartieron por la provincia de Cañaribamba, dicen que proceden todos los
Cañares; y así tienen por huaca el cerro llamado Huacaynan y en gran veneración
a las Huacamayas; y tienen en mucho las plumas dellas para sus fiestas…” (Cristóbal de
Molina, 1989 [1575]:55-56. En: Alden Yépez, 2010:117).
De la misma
manera, en el sistema cosmogónico de los Kañaris, se atribuye el nacimiento de
la primera pareja humana a una gran culebra, probablemente esta creencia tenga
influencia Chimú. “Los Kan-are, descendientes de la culebra formaron numerosas
tribus y pueblos repartidos en valles y sierras y cuando ocurrió el próximo
eclipse, trataron desagraviar a la luna y buscaron a su madre la culebra para
rendirle homenaje. Mas la culebra en su huída y deslumbrada por la luz de la
luna en la superficie de las aguas de la laguna, arrojase a ella y sumergiose
en el fondo sin volver a la superficie. Los Kanáres, sus descendientes
levantaron adoratorios a la luna en las cimas de los montes altos y a la
culebra, ofrendas de oro y comida y bebida en la laguna (según la tradición
serían las lagunas en las que sumergióse la culebra leoquina. Shinshin, llamada
después laguna de Ayllón.)” (Domínguez, 1999:36).
Sabemos por
algunas fuentes que por el año de
1548 don Pedro de Ayllon, Don Diego Vargas y don Fidelio de Neiva tres
aventureros que buscaban tesoros, minas y riquezas se enteraron de que una
laguna había sido arrojado tesoros, esa laguna se llamaba Simshan, estos tres
ambiciosos trataron de rescatar estos tesoros que se dice estaban en el fondo
de la laguna, el más aventurado se sumergió y fue absorbido por la laguna y no
salió, después regresaron los dos viajeros con la noticia y desde entonces
comenzó a llamarse la laguna de Ayllon, que se conserva hasta la
actualidad.
González Suárez
con respecto a la creencias de los kañaris menciona: “Los cañaris se creían
descendientes de una culebra, grande y misteriosa, la cual finó sumergiéndose
ella misma voluntariamente en una laguna solitaria de agua helada, que se halla
sobre el actual pueblo de Sigsig, en la Cordillera Oriental de los Andes. Esta
laguna era para los cañaris del Azuay un lugar sagrado, y un santuario; y en
ofrenda a la culebra que les había dado el ser, acostumbraban arrojar al agua
figurillas pequeñas o idolillos de oro” (Gonzales Suárez. 1922).
Los Kañaris
profesaban suma veneración a las lagunas, las cuales para ellos eran lugares
sagrados y objeto de superstición y de culto religioso, por creer que allí se
había sumergido voluntariamente la culebra progenitora de los kañaris. Este
mito a más de ser atractiva, parece que en el fondo guarda una realidad que
puede ser evidente, pues en Zhabalula se encuentra una cabeza de culebra
labrada en piedra, con los ojos y boca bien patentes.
Para González
Suárez eran tres las lagunas sagradas y adoratorios, consideradas por las
distintas parcialidades Kañaris como pakarinas (lugar de origen). “…La laguna
conocida antiguamente con el significativo nombre cañari de LEOQUINA, es sin
duda ninguna, la que hoy se llama laguna de Busa y está cerca del pueblo de San
Fernando… La otra laguna se le conoce con el nombre de culebrillas, y está en
las hondonadas del nudo del Azuay…La tercera la laguna sagrada, objeto de culto
para los Cañaris era la que está en la cordillera oriental sobre el pueblo de
Sígsig; por documentos antiguos merecedora de crédito, consta que la laguna que
ahora lleva el apellido de AYLLON era el lugar sagrado para los antiguos
Cañaris” (Gonzales Suárez. 1922)
Sin embargo, la pregunta que surge en torno a esta
cultura, a pesar de que los kañari es, entre todas las antiguas naciones
indígenas del Ecuador la más estudiada ¿De qué tronco étnico arranca los
kañaris?
González Suárez, quien por muchos años estudio
detenidamente a la cultura kañari, sostuvo que la provincia del Azuay fue
poblada antiguamente por tribus diversas, y que al pasar el tiempo llegaron a
formar una sola nación conocida en la historia con el apelativo de kañari, los
mismos que no pertenecen todos a la misma rama étnica y que su confederación
estaba formada por agrupaciones que procedían de troncos étnicos distintos.
“Con el apelativo de cañaris se designa en la prehistoria ecuatoriana una
nacionalidad, y no una raza: los cañaris constituían una nación, regida y
agrupada, mejor dicho, por una alianza federativa; pero no eran todos oriundos
de la misma raza…” (González Suarez, 1904:14).
Así mismo, se ha pensado que colonias Chimús han
contribuido a la formación de la nación kañari. La habilidad de los Chimús en
el laboreo de las minas, comparada con los primitivos habitantes de Sígsig, su
análoga manera de sepultar a los muertos, el parecido de la cerámica, la
semejanza del artificio en la confección de sus telas de vestir, y la identidad
de la homofonía de algunos nombres de lugares, han conducido al Dr. Matovelle a
este planteamiento; además indica que la nación de los kañaris se formó por la
yuxtaposición de tribus de razas distintas, idiomas y procedencia opinando
finalmente que el origen de los kañaris es múltiple, pero dio primacía a la
cultura Chimú. (Matovelle, 1921:25).
Se habla, al propio tiempo de que los Chibchas,
pueblos de la meseta de Cundinamarca, en Colombia, reverenciadores de las
lagunas, como los kañaris, diciéndose de los primeros que, por Barbacoas y
Santo Domingo de los Colorados, se avanzaron para acá del nudo de Tiocajas; y
no deja de insinuarse que aún las culturas o civilizaciones de Tiahuanacu, de
allende el lago de Titicaca, en Bolivia, y de Nazca, en la región peruana de
Ica, han sido halladas en las Comarcas kañaris. El señor Jesús Arriaga da mayores visos de
probabilidad a la venida de los Caribes a esta región; y lo hace fundándose en
la abundante copia de voces, ya Caribes y ya kañaris, todas homófonas o poco
menos, que trae en su libro de Apuntes de Arqueología Cañar: En su
interpretación de la palabra kañari concluye, a que lo lleva también el hecho
de que el punto conocido en Panamá con la denominación de Corte de la Culebra
llámase Sierra Cañara, como se asegura en la Geografía Universal de Vidal de la
Blache. Descomponiendo el vocablo, se tiene que can significa culebra y ara,
guacamaya, precisamente los animales de que, en sus ritos totémicos, se creían
descendientes los kañaris. (Arriaga, 1922).
Por
simple analogía de nombres, el religioso dominicano Fray Domingo de los
Angeles, que en 1582 ejerció la cura de almas de los pueblos de San Francisco
de Paccha y San Bartolomé de Arocxapa,
expresa que se llaman cañares los habitantes de esta región, debido a que en
ella abunda el árbol denominado cañaro.
Gonzales
Suárez por su parte realiza una significación más de acuerdo con las costumbres
aborígenes: “Conjeturamos que el apellido de cañari no pertenece ni a la lengua
quechua ni a la aymará, y lo interpretamos como un vocablo compuesto propio del
idioma quiché; en cuyo supuesto, cañari sería lo mismo que Can-ah-ri, que
significa estos son de la culebra… nuestra interpretación concuerda con las
tradiciones de los Quichés, en los cuales a cada paso ellos se daban a sí mismo
el nombre de hijos de la culebra”
El Dr.
Octavio Cordero Palacios al respecto opina que el vocablo kañari es de origen
quechua, que solo aparece después de la conquista incaica, significando
vanguardia, porque esta región llegó a quedar al norte o sea a la vanguardia
del imperio del Cuzco…” (En: Monografía del Azuay, Por Luis F. Mora y
Arquímedes Landázuri, 1926)
Con base en las fuentes etnohistóricas
españolas tempranas se conoce que la cultura kañari estuvo ampliamente
dispersa en el austro ecuatoriano, en lo que actualmente es la provincia del
Azuay y Cañar (“Relación” de Cuenca y de toda su provincia, 1992 [1582]:
373-374), llegando incluso al norte hasta la cuenca del Chanchán, en la actual
provincia de Chimborazo. El área ocupacional de la cultura kañari comprendía un
inmenso territorio en el cual se afianzaron libres y valerosos, sujetos a las
condiciones del medio geográfico y en donde se dedicaron a construir su
organización social. Limitaba por el Occidente, con el Pacifico: por el sur,
pasaba del nudo de Saraguro: por el Norte, probablemente llegaba hasta este lado
del Azuay: por el Oriente, avanzaba las comarcas montañosas habitadas por lo
jibaros (González Suárez, 1968:161).
En un estudio mas reciente realizado por Jaime Idrovo
considera que la etnia o nación cañari tuvo como escenario de vida un extenso
territorio, parte del cual hoy llamamos hoya Cuenca-Azogues. Este conjunto,
limitado hacia el este y oeste por la cuenca amazónica y la costa pacífica
respectivamente, se cierra bruscamente al norte en el nudo del Azuay, en tanto
que al sur lo hace en el área de San Lucas-Saraguro, habiendo constituido el
espacio de un proceso histórico muy importante en la formación de una de las
personalidades étnicas mejor expresadas en todo el sur del Ecuador. (Idrovo,
2000:39).
Las hoyas de los ríos Cañar, Paute y
Jubones, al parecer estaban marcando una subdivisión del territorio Cañari en
tres sectores: “Hatun Cañar” (cuenca del río Cañar), el “Tomebamba” (cuenca
del río Paute) y el “Cañaribamba” (cuenca del río Jubones).
Al sur del nudo del Azuay, es decir en
el limite norte más claro de la expansión de la cultura kañari, hasta Zaruma
la geografía se caracteriza por tener hoyas profundas rodeadas por montañas
no tan elevadas como en la vecina subregión septentrional. De hecho las dos
cordilleras de los volcanes, tan característicos en el septentrión andino, son
reemplazadas por “ondulaciones monótonas o mesetas volcánicas altas, entre
3.600 y 4.700 m.” (Moreno Yánez, 1983: 96).
Existen dos depresiones interandinas
ubicadas bajo la cota de 2.600 m. (Sievers, 1994: 397) y que corren de noreste
a sureste, como en líneas paralelas: la depresión Cuenca- Santa Isabel y la depresión
Gualaceo-Nabón-Saraguro. Esta geografía con rocas eruptivas antiguas que
sobresalen por encima de los 3.130 m. (Sievers, 1994: 397) en gran medida fue
el paisaje que inspiró a los aborígenes del austro andino a venerar a las
huacas y, posiblemente en épocas posteriores, al parecer motivó a los incas a
apoderarse al menos de los puntos sagrados más conocidos de la cultura Cañari.
En este dilatado espacio –anota Juan Cordero– existían
de veintiuna o veinticinco comunidades o tribus, o tal vez más. El Padre Juan
de Velasco los enumera con sus antiguos nombres o con los nuevos tomados de
palabras castellanas. Si a ello sumamos los correspondientes a muchas
localidades no consideradas por él, algunas de ciertas proporciones y otras tal
vez solo pequeños ayllus, tendríamos más. Hoy persisten casi todas en el Azuay
y en Cañar y en algunos lugares de vecinas provincias. Hemos sumado todas y la
lista es larga: Achupallas, aimales, alucies o alausíes, amancayes, aroxapas
(San Bartolomé), atun cañar o (hatún cañaris), bajanas, bambas, bolos,
burgayes, burines, cabules (el Cabo), cachibambas, cañaribambas, (Yunguilla),
cibambis, cinubios, cojitambos, cóllanles, copsíes, cozabambas, cumbes,
cumbipircas, cuyes, chanchanes, charasoles o charabsoles, chaullabambs,
chocares, cholaguanes, chordeleges, chunchis, chunllines, chuquimarcas,
chuquipatas, delegseños, dummas, fungas, gañas, gañelbambas, guabsis,
gualaceos, gualleturos, guaneras, gunales, guapanes, guapdondelegseños,
guaraineños, guasuntos, guaichas, guritavas, hatmales, huiracochabambas,
huagibambas, hazmale (Guachapala), jadanes, jimas, labatas, leguanes,
leoquinas, ludos, maceos, macazas, machángaras, manganes, manes, maras, mastas,
maxcalandas, mollepungos, molleturos, nultis, oñas, pacaibambas (Girón),
pacchas, panes, paxis, payguaras, pautes, peleusíes, pichicayes, pilcomarcas,
pillacayes, pixilies, puezares, pimancayes, pindiligceños (o Macas, una
toponimia que se repite varias veces), plateros, pucarás, pumallactas,
quilloacenses, quingeos, racares, regdelegceños, sabuines, salquinchíes,
sanganoas, sanllas, saquicelas, sayausíes, siccis, sides, (o San Juan de
Gualaceo), sidcayes, sisides, tadayes, tamalannechas, tarcanes, tarquis,
tiquizambis (quiznas, jubales y zulas), togtesíes, tomebambas, tutamasis,
ucubambas, yunauces, yunguillas, zagdelgos. Toda esta lista fue elaborada por
Juan Cordero y sus colaboradores a partir de los nombres recogidos por Juna de
Velasco, Octavio Cordero y los esposos Costales Peñaherrera. (Cordero,
2007:169).
Aunque
podemos considerar a los kañaris como un grupo único con unidad cultural, no
conocemos con seguridad si tuvieron una autoridad superior reconocida por
todos. Sin duda, la base de la estructura social fue el
ayllu, identificado como una célula humana con ancestros y propiedades comunes
y cada uno tenían una autoridad conocida como cacicazgo o en una palabra mas andina
curacazgo, los cuales eran modelos de organización social y política basadas,
no en un determinado territorio, si no en la relación de parentesco entre
diferentes ayllus.
El
kuraka, verdadero señor, además de ejercer autoridad política ostentaba un
prestigio chamánico, al ser considerado el principal descendiente de los
ancestros reales o míticos del grupo social. En el caso de un conflicto armado,
era usual la elección de un kuraka de guerra, cuya autoridad militar era
temporal y respondía únicamente a un estado de emergencia, como es el caso del
kuraka Duma que hizo frente a la invasión inka.
Lumbreras menciona que los kañaris fueron guerreros
asociados a grupos tribales con jefes locales y, aparentemente, sin forma
ninguna de poder central. (1999:329)
A esto, acota Domínguez “La confederación Cañare en
sus divisiones del Cañar de Arriba –hanasayas– y los cañares de abajo
–hurinsayas- contaban con los noventa y cuatro pueblos distribuidos en diferentes
lugares y gobernados por un cacique principal, en el centro de mayor
organización y desarrollo; y otros caciques, señores cañares, jefes de los
pueblos pequeños o de las tribus organizadas. Los centros principales eran
Lausi, Cañar, Pueleusi, Guapondeleg, Gualaxio, Paute, Girón, Cicçe” (Domínguez, 1999:51).
Con estos referentes sabemos que la nacionalidad
Kañari estaba muy bien organizada bajo diferentes parcialidades con su
respectivo kuraka, pero vale la pena mencionar que cada parcialidad veneraba a
dioses tutelares, mas la culebra y la guacamaya, tótem comunes, recibían el
culto de la nación entera.
Un esbozo de carácter general sobre los kañaris y sus
costumbres, realizado por Cieza de León se entiende que:
“los naturales desta provincia, que han por nombre los cañares, como
tengo dicho, son de buen cuerpo y de buenos rostros. Traen los cabellos muy
largos, y con ellos dada una vuelta a la cabeza de tal manera, que con ella y
con una corona que se ponen redonda de palo, tan delgado como aro de cedazo, se
ve claramente ser cañares, porque para ser conoscidos traen esta señal. Sus
mujeres, por lo consiguiente, se precian de traer los cabellos largos y dar
otra vuelta con ellos en la cabeza, de tal manera que son tan conoscidas como
sus maridos. Andan vestidos de ropa de lana y de algodón, y en los pies traen
ojotas, que son (como tengo otra vez dicho) a manera de albarcas. Las mujeres
son algunas hermosas y no poco ardientes en lujuria, amigas de españoles. Son
estas mujeres para mucho trabajo, porque ellas son las que cavan las tierras y
siembran los campos y cogen las sementeras, y mucho de sus maridos están en sus
casas tejiendo y hilando y aderezando sus armas y ropa, y curando sus rostros y
haciendo otros oficios afeminados. (…) Las casas que tienen los naturales
cañares, de quien voy hablando, son pequeñas, hechas de piedra, la cobertura de
paja. Es la tierra fértil y muy abundante de mantenimientos y caza. Adoran al
sol, como los pasados. Los señores se casan con las mujeres que quieren y más
les agrada, y aunque éstas sean muchas, una es la principal. Y antes que se
casen hacen gran convite, en el cual, después que han comido y bebido a su
voluntad, hacen ciertas cosas a su uso... El hijo de la mujer principal hereda
el señorío, aunque el señor tenga otros muchos hijos habidos en las demás
mujeres. A los difuntos los metían en las sepulturas de la suerte que hacían
sus comarcanos, acompañados de mujeres vivas, y meten con ellos de sus cosas
ricas, y usan de las armas y costumbres que ellos. Son algunos grandes agoreros
y hechiceros; pero no usan el pecado
nefasto ni otras idolatrías, mas que de cierto solian estimar y reverenciar al
diablo, con quien hablaban los que para ellos estaban elegidos” (Cieza de
León, 1962: 144-145: en Idrovo, 2000:68-69)
En las diversas fases culturales de la cultura kañari,
la industria artesanal alcanzó importantes logros tecnológicos, como por
ejemplo, en la cerámica, a través de la cual se diagnostica en buena medida sus
avances en sus fases Tacalzhapa y Cashaloma; En el tejido cuya análisis de
trama, finura y decorado encontrados en varios yacimientos arqueológicos se
evidencia el conocimiento de varias técnicas y el uso de fibras tanto animales
(camélidos), como vegetales (algodón); En la industria lítica existen
abundantes piezas, las mismas que comparten formas comunes con las de otros
pueblos. La cultura kañari
gracias quizá al trafico de la concha spondylus, cobre, plata y conjuntamente
con el del oro procedentes de los ríos orientales, desarrolló sofisticadas
técnicas de orfebrería. En la metalurgia donde los kañaris sobresalen –escribe
González Suárez– tenían conocimiento del oro, de la plata, del cobre y del
estaño; poseían además el secreto de la aleación de estos metales en una
proporción tan acertada, que formaban instrumentos de un temple capaz de suplir
los de hierro y los de acero, por lo fuerte y resistible de ellos. La habilidad
artística en el manejo de los metales como el oro, plata, cobre y la mezcla de
oro con cobre “tumbaga”, se ha hecho presente en un sinnúmero de objetos
encontrados en las diferentes huacas a finales del siglo XIX y mediados del
siglo XX....Continua...
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2011. “Prospección subacuática en
una laguna de altura, Ayllón (cantón Sigsig)” Informe final. Consultor
INPC.
excelente en mi blog también poseo mucha información acerca de la Cultura Cañarí algunos lugares no antes vistos en fotografías si es de su interés podría pasar por el, Es presiso y necesario reescribir la historia y dar ah conocer nuestra verdadera cultura, lo que aun queda de ella es nuestro deber rescatarla y mantenerla.
ResponderEliminarhttp://dvma-melqvisedek.blogspot.com/