12/18/2012

FAZAYÑAN, OGROÑA Y SUEÑO:


Pensamos que un pueblo sin mitos, cuentos y leyendas es como un árbol sin raíces. Estas son narraciones de hechos y sucesos que se apoyan en la historia, las cuales son enriquecidas por la fantasía del individuo, representando un mundo maravilloso.
Hablar de mitos, cuentos y leyendas en tiempos pasados era parte fundamental de cualquier reunión, la temática giraba en torno a ideas, con altos contenidos de magia y fantasía que solo el contador de historias lo hacía.
Parte fundamental de nuestro patrimonio inmaterial constituyen este legado que no podemos ver ni tocar sino solamente oír y son aquellas que se encuentran escondidas.
Quiero en esta ocación compartir un cuento que personalmente me fascinó, el mismo que se encuentra publicado en la revista revelacion Juvenil numero 1: 1995 escrito por Raúl Cabrera.

H
ace muchísimos años, dos hermanos salieron desde Mulasamana templo del Dios de Ogroña, con cualquier rumbo para cazar un venado. El día era hermoso, lleno de sol y calor, las mariposas revoleteaban en el campo y jardines de Maylas, “plaza sagrada”, mil conejillos estaban alegres a lo largo del culebrillas y los dos decididos hermanos con sus calabazas en su alforja y bodoquera en mano se encaminaron.
Al cruzar por el chontal, miraron un gran venado, les miraba muy profundamente, sus cuerpos se estremecieron y alguna idea vaga se cruzó por sus cabezas, nunca un simple venado los había desconcentrado tanto.
El hermano mayor, levantó su bodoquera, tomó una saeta lisa y filosa y apuntó al venado a lo lejos y como un hechizo brillaba tenuemente los colores de un arco iris, el hermano menor presintiendo algo dijo: hermano no mates a ese venado tengo mucho miedo… miedo respondió su hermano, dijiste miedo?... desde cuándo un guerrero de Ogroña siente miedo por un venado!... qué te pasa hermano? –no, por favor le suplicó. Sin decir más, disparó el saetazo, pero el venado levantó su cornamenta y receptó el vuelo de la saeta sin ser herido de muerte. En este instante un relámpago brilló con su luz celeste en todo el horizonte de Mulasamana o el chontal, el ruido de un trueno les estremeció, el viento arreció fuertemente y una voz extraña les dijo: Malvados habéis herido el cuerno de un centinela del gran Dios del Fazayñan, justo cuando quería entrar en trato con la querida Ogroña. Por esto seréis castigados… seréis castigados… seréis cas…. Y su voz se esfumó en la lejanía.
Entre temerosos y extrañados se quedaron en silencio un momento, pero el mayor de los hermanos preguntó:
Dinos ¿Quién eres tú? Por favor dinos ¿Por qué nos amenazas? El viento del pajonal les trajo de nuevo la voz y esta les dijo: No es una amenaza guerreros de Ogroña, vosotros sois demasiado insensatos, pues sabedlo que por vuestra culpa un castigo vendrá para ustedes y para esta tierra. Por vuestra culpa la tierra de sus antepasados estará muy lejos, mirad el horizonte no hay camino de regreso, es voluntad de mi señor que sufráis a lo largo del camino del lejano Ayllón.  La voz se fue, todo era silencio; frío... muy frío. A lo lejos un riachuelo entonaba su rutinario canto, el viento soplaba lento como imitando un sollozo contenido, un cuscungo pasó por allí como anunciando una desgracia, el tenue canto de las aves ponía de fondo una sinfonía de pesar, de tristeza eterna y una melancolía sin fin.  
Miraron a la distancia como atisbando el horizonte, solo miraron a su alrededor un enorme arco blanco que regaba su polvoriento llanto de cerro, que extraño se miraba.
No era Viracocha… No… no era Tandsagua. No. Era el cerro del mal. Aterrados quisieron emprender una carrera pero estaban exhaustos y entre su desesperación gritaron: Dinos señor  ¿Cómo regresamos a la tierra de nuestro padre? Pero solo hubo silencio… mucho silencio. Señor… señor gritaron de nuevo el viento arreció desde sus espaldas y luego una voz… No hay camino, pobres guerreros… Entonces ¿Qué haremos ahora? Tenéis que ofrendar al Dios del Fazayñan solo el puede ayudarlos. –Dinos pues ¿Dónde está tu Dios?
Oh! Valientes guerreros nuestro Dios está en el templo. Por favor retira nuestro temor y guíanos al templo de tu Dios. Un poco mas de silencio, una esperanza detenida, una respuesta anhelada un vacío tremendo, pero al fin… Mi padre se ha condolido de vuestro temor y está dispuesto a escuchar vuestra súplica.  Casi postrados a la tierra exclamaron: Gracias, gracias, quién es tú padre? Dinos por favor.  Yo soy centinela del Fazayñan y de Ayllón, mi padre es el sol. Si eres hijo del sol dile que alumbre nuestro camino y que retire el cerco del mal. –Pedís demasiado insensatos, el Dios del mal solo se marchará cuando haya sido derrotado por el bien o por algún valiente guerrero que se lo enfrente.  Temerosos preguntaron: ¿Quién será señor ese guerrero?  Un alarido estremecedor se escuchó por toda la comarca y un gran trueno llenó de temor toda la tierra y los dos hermanos fueron echados al suelo sin sentido.
Quién sabe cuánto tiempo pasó?… ¿Quién sabe qué sucedió? Entre tanto ¿Quién sabe?.. Cuando despertaron, vieron como su amo y centinela el arco iris, luchaba a muerte con el cerco del mal. La lucha fue atroz. Un enorme nubarrón denso se cruzó por el sitio, casi logró borrar por completo los colores del arco iris, el arco blanco tomó fuerza y estuvo a punto de vencer, todo estaba perdido. De pronto el viento celoso de lo que estaba pasando sopló fuertemente las nubes fueron abatidas, el arco iris retomó con todo su fuerza los colores y el cerco del mal fue derrotado. Al mirar aquello los dos hermanos dijeron: Gracias… gracias Oh Dios del Fazayñan por ayudarnos, felices los dos se estrecharon en un fuerte abrazo, pero en ese instante un relámpago se cruzó por entre ellos y cayó fulminando al hermano mayor, había muerto un guerrero de la gran Ogroña, sí había muerto era el último guerrero de Ogroña.
El hermano menor se postró en tierra, lloró, lloró y lloró por quien sabe cuánto tiempo solo, triste y cansado caminó y caminó por largos pajonales, por pantanos, lagunas, ríos y valles; no pudo encontrar el camino a su pueblo, no podía ver a su soñada Ogroña, Maylas no estaba tampoco, los jardines murieron, las mariposas no revoloteaban por los campos, el sol no calentaba.
Que tragedia… ¿Qué dolor?.. El jardín y la plaza de Maylas fueron cambiados por una negra y burbujeante laguna. El templo del Dios de Malasamana, era ahora una enorme cumbre fría. Culebrillas el camino de siempre no era sino un sinuoso pantano casi muerto. Una extraña música se escuchó, un tambor anunciaba quien sabe que cosa, miró medio atolondrado por todo lado. No se veía nada… nada… Tomó entonces cualquier camino y se fue de allí.  Cansado por el camino, se detuvo a descansar sobre un tronco seco, pronto el cansancio y la fatiga se apoderó de él y le sobrevino un profundo sueño. Entre el silencio del valle algo rompió el sueño del guerrero y lo despertó.
En eso aparecieron por entre los matorrales, dos guerreros y varias doncellas, se postraron de hinojos ante él y le dijeron: Bienvenido, oh hijo del sol nuestro padre, mucho tiempo aguardamos tu venida, ven y mira; éste es tu pueblo y éstos tus vasallos.
Desde hoy te llamarán DUMA el predilecto de nuestro Dios el sol mucho camino te queda por recorrer, muchos extraños nos amenazan pero tú nos salvarás.
Le ofrendaron alimentos, oro y muchos presentes, dejó solitaria a la tierra de Ogroña y fue el jefe de la tribu de los Sígsig el que más tarde sería el abuelo del gran Duma.

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