El Sígsig se presenta al Ecuador como un cantón en el que se puede “despertar los seis sentidos”. Esta afirmación se debe en gran parte al amplio y elaborado patrimonio inmaterial que poseemos, a las múltiples y complejas prácticas sociales, tradiciones estéticas, entre otros conocimientos, técnicas y habilidades que los sigseños hemos creado, recreado y transformado a lo largo de los 10000 mil años de historia.
Con estas reflexiones quiero iniciar este articulo
sobre uno de los eventos más esperados del año y que es precisamente la noche
de los jampos que se lleva a cabo en las fiestas de San Sebastián pues sabemos
que en la memoria de nuestros abuelos siempre hay el predominio de lo religioso
sobre lo cívico, razón por la cual la mayoría de fiestas estaban señaladas por
el calendario litúrgico, en donde se planificaban los acontecimientos, las
fiestas o conmemoraciones, es así que en Sígsig uno de los cantones de la
provincia del Azuay cada 10 de enero y por 11 días consecutivos se viven las
fiestas más importantes del calendario religioso. Durante este lapso de tiempo
los creyentes participan de la novena que es organizada por las distintas
instituciones y comunidades del cantón en honor a San Sebastián. Sin embargo el
19-20 y 21 de enero son considerados los días propios de fiesta ya que existe
un derroche de creatividad y manifestaciones culturales, por ende Sígsig se
despierta al son de los 21 cañonazos y es cobijado con misas, música, bailes,
disfraces, danzas, ofrendas, escaramuzas festivales folklóricos y gastronómicos.
Sin duda que uno de los eventos más importantes de
estas festividades y quizá el más esperado durante todo un año es la noche de
los jampos, la misma que se lleva a cabo el 20 de enero. Al
respecto don Manuel Llanos nos comenta “…este tipo de evento se viene
realizando ya más de 40 años y los que iniciaron con este programa fueron los
señores Luis Chacha, Manuel María Pulla, Félix Plasencia entre otros y que en
tiempos del finado padre Luis Rodríguez eran pocos los jampos más o menos unos
20 o 30 que se disfrazaban, por lo general eran personas del campo integrantes
del juego de la escaramuza, ellos bajaban desde Dacte bailando, gritando hasta
llegar al parque central. Cuando vino el padre Rafael Cabrera, se organizó de
mejor manera y se contó ya con unos 200 o 300 jampos, en la actualidad se
cuenta con más de 1200 jampos. Para disfrazarse no importa el sexo ni edad, ya
que se cuenta con la participación de un número mayor de mujeres, seguidos de
hombres y niños…” [1]
Cuentan algunos de los jampos –los más
viejos– que la responsabilidad de estos personajes es de despejar el camino por
donde pasaría la escaramuza y a su paso repetían campo, campo, campo…. pero
como las mascaras no les dejaban pronunciar de forma correcta se les escuchaba
jampo, jampo, jampo… de allí se adoptó este nombre.
En la actualidad alrededor
de unos 1200 alegres y curiosos personajes entre ellos niños,
niñas, adolescentes adultos y adultos mayores sin exclusión de género se
concentran en el barrio de Rosas, para en una gran estampida hacer su entrada y
apropiarse del parque central y de esta manera acompañar la fiesta con sus
inconfundibles gritos y bailes al ritmo de la banda del pueblo. Sin duda los
jampos son los personajes más populares de ésta fiesta.
La simbología de sus atuendos y máscaras es
muy variada. Esto conlleva a que muchos elementos fuera de la tradición
aparezcan como una necesidad de ser diferentes; visten
atuendos improvisados la más vieja y remendada, sobre la cual
llevan puesto un abrigo, saco o poncho viejo; en sus pies utilizan polines de
diferentes modelos y colores combinando con zapatos o botas rotas. Cubriendo su
rostro usan máscaras la más horrorosa y chistosa posible, con largas barbas que
en ocasiones son confeccionadas por ellos mismo de rabo de vaca. Algunos de los
jampos llevan en sus manos correas, bastones, muñecas o animales disecados como
chucurillos al que llaman “María Juana” siendo el hacer besar a la “María
Juana”, una de las bromas que hacen para que la gente se divierta.
Para algunas personas disfrazarse de jampos
es la manera de representar a sus antepasados y de demostrar así la fe y
devoción que le tienen al patrono San Sebastián; otros por la promesa que le
hicieron años anteriores cuando le pidieron algún favor, o porque simplemente
quieren compartir un momento de alegría con conocidos y desconocidos –claro que
en ese momento no sabemos quien es quien–.
La noche de los jampos es una manifestación popular que
refleja
la fuerza creadora del pueblo llena de arte, cultura y creatividad; es una expresión
de identidad, donde los participantes se introducen en un sistema en el que la
socialización, año tras año, prácticamente aglutina al
pueblo sigseño.
No hay una prohibición para que cualquier persona se
disfrace de jampo, en la actualidad bailan hombres y mujeres desde ancianos
hasta niñ@s.
Con la presentación de los jampos entre sus
bailes, bromas y actuaciones improvisadas los espectadores se divierten gran
parte de la noche, para luego continuar con la presentación de comparsas,
danzas, juegos pirotécnicos y la presentación de algunos artistas, finalizando
esta noche con intensas luces de colores, vaca-locas, curiquingues y un hermoso
castillo.
hay de febrero
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