Es importante apuntar que un año después, el 17 de
octubre de 2003, la Conferencia General de la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura –UNESCO–, en su trigésima
segunda reunión celebrada en Paris aprobó la Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial,
considerando entre otros aspectos, que el Patrimonio Cultural Inmaterial –PCI–
refleja la diversidad cultural y su salvaguardia promueve el respeto a
la diferencia, al tiempo que garantiza el desarrollo sostenible de los pueblos.
Dicha convención entró en vigor el 20 de abril de 2006 y a la fecha cuenta con
134 Estados Partes. Nuestro país es signatario y depositó los instrumentos de
ratificación en febrero de 2008.
Con estos antecedentes, es necesario que la
colectividad sigseña cambie su forma de concebir el patrimonio cultural y
perciba como el
legado a través del cual un pueblo se reconoce a sí mismo, en su propia
identidad, en su memoria colectiva y rasgos históricos y sociales singulares.
Dentro de este concepto
hay dos aspectos: el del patrimonio material o físico, que se refiere a
edificios, lugares y objetos; y el del patrimonio inmaterial, que alude a
valores, creencias, símbolos y representaciones; Así,
las asignaciones de valor sobre las que se objetiva la definición y existencia
de los bienes culturales, tanto del patrimonio material como del inmaterial,
son el resultado de la perdurabilidad en el tiempo de procesos intersubjetivos
de intercambio de prácticas sociales, según un patrón de identidad cultural
siempre tributario de la cultura de referencia. En suma, cada cultura genera su
propio sistema de valores o patrón de asignación de sentido que es, en cada
caso, lo que determina la existencia de un bien del patrimonio cultural.
En suma, Sígsig es patrimonio cultural por todos
estos bienes materiales e inmateriales, y debemos trabajar juntos para
empoderarnos de nuestra riqueza cultural.
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